The Unending Gift

martes, noviembre 18, 2014

ARMA EN ATAQUE PERMANENTE

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 18.11.14


Angela Merkel advertía durísima en Sidney que la Rusia de Putin es de nuevo la peor amenaza para la paz en Europa

CUANDO acaba de celebrarse el 25 aniversario de la caída del muro los alemanes tienen aún en retina y oído los reportajes y documentales sobre las muchas mentiras de los dirigentes comunistas de la Alemania oriental. La más célebre aquella frase lapidaria de Walter Ulbricht: «Nadie tiene intención de construir un muro», cuando los camiones con los alambres de espino estaban poco menos que de camino al centro de Berlín. Pero cuando se cree haberlo escuchado todo, siempre queda algo capaz de sorprender. Y los alemanes quedaron el domingo estupefactos con una emisión en la primera cadena pública ARD. Fue una conversación perfectamente inverosímil entre un entrevistador, Hubert Seipel, hombre de la casa y un invitado o actor que era Vladimir Putin, presidente de Rusia. Todos saben ya que Putin ha instaurado un régimen en Rusia donde la verdad vuelve a ser tan escasa como en la URSS. Con Gorbachov se intentó rebajar algo la mentira. El régimen no soportó tanta verdad y se hundió y la URSS se disolvió. Putin, que considera que el fin de la URSS fue una tragedia peor que el Holocausto, ha pretendido reconstruir algo parecido. Y lo primero que reactivó fue la mentira. Liquidar la verdad y la posibilidad de difundirla ha sido un objetivo capital de sus tres lustros de poder. Hoy ya viven los rusos otra vez en una realidad paralela a la que poco llega de lo que realmente sucede en el mundo y en la propia Rusia.

Todo eso lo sabían los alemanes. Pero verle contar directamente a Alemania las mentiras que el Kremlin cuenta regularmente a los rusos, generó estupefacción. Putin habló de la magnífica marcha de la economía rusa. Cuando se precipita a la recesión. Dijo que las sanciones animan a su industria a otras exportaciones. Cuando el 68% de sus ingresos por exportaciones son gas y petróleo y del 32% restante la mayor parte son carbón, metales y otros minerales. Y su dependencia de las materias primas, característica del Tercer Mundo, es hoy mayor que hace 20 años.

Baladrón contra los fascistas de Ucrania. Cuando en las elecciones la extrema derecha ucraniana no llegó al 3%. Putin hablaba en la ARD como si se dirigiera a los rusos que ya no tienen otras fuentes que los medios obedientes al Kremlin. Y tenía una carta marcada. Así, entre mentiras y de repente, ofrecía a Alemania nada menos que una alianza con Rusia. El viejo sueño de Stalin, en carta a Adenauer, tentando entonces con la unidad a cambio de la neutralidad. Ahora ofrecía un eje Berlín-Moscú, en abierto desprecio a todas las alianzas de Alemania. Vuestra tecnología y desarrollo y nuestras materias primas para una gran potencia Euroasiática, venía a decir. A los demás europeos y especialmente a los que están en medio, Polonia, Báltico y Ucrania, los condenaría a su sino del siglo XX. Putin conoce Alemania. Sabe del alma partida de esta nación central. Pese a las brutales guerras que los enfrentaron hay una empatía profunda entre alemanes y rusos. Pero esta oferta sazonada de obscenas mentiras era una auténtica afrenta. Y Merkel –no se sabe si ya conocía esta entrevista grabada antes del G-20–, advertía durísima en Sidney que Rusia es de nuevo la peor amenaza para la paz en Europa. «Y no solo por Ucrania. Por Moldavia, por Georgia y quién sabe si pronto por Serbia, por los Balcanes occidentales». Merkel lanzaba así la nueva advertencia. Berlín está alarmado ante los planes de Putin en los Balcanes. La mentira total de Putin, difundida por una maquinaria de propaganda ya más poderosa que la de la URSS, es un arma en ataque permanente.

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