SALADINO EN EL BERNABÉU
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 28.11.14
LA noticia ha molestado a muchos incondicionales. No el
hecho en sí, eso no, sino la noticia del mismo. Criticar al Real Madrid en las
redes sociales es casi como meterse con Alá en algún barrio paquistaní. Y
tachar al Real Madrid de traidor a sus tradiciones o cobarde y avergonzado de
sus orígenes es algo que no debe recomendarse a nadie. Pero hay quien lo ha
pensado al saberse que el escudo del Real Madrid ha sido mutilado con
consentimiento de su dirección. Y lo ha sido para amputarle la cruz en lo alto de
la corona real del equipo. Ayer era noticia en todo el mundo.
Aunque no sea una novedad porque ya hubo denuncias de que al
escudo «se le caía la cruz» cuando había que tratar con socios musulmanes. Con
las millonadas que fluyen y la falta de respeto a la cruz ya habitual en los
países occidentales, poco altera que la crucecita desapareciera. La máquina de
hacer dinero de Florentino Pérez decidiría que aquí a nadie le importa. Y como
aquellos ricos son tan primitivos, dirían, todos y cada uno se habrían de
sentir ofendidos porque su club favorito lleve el símbolo de las cruzadas. Y si
aquí hay que ofender a alguien, siempre a los nuestros. Es el problema de la
convivencia entre culturas, que llaman. Y que siempre se resuelve de la misma
forma: en que cede la misma, la nuestra. Si se cede incluso cuando se corre con
todos los gastos, como pasa con la imparable implantación de códigos de
conducta y de leyes islamistas en los barrios europeos con los musulmanes
pobres. ¿Cómo no se va a ceder cuando se trata de cobrar esos suculentísimos
contratos con los musulmanes ricos?
En su insaciable carrera por ampliar el negocio, todos los
grandes clubs de fútbol buscan ingresos en sitios antes inverosímiles. En los
países más densamente poblados de compradores de camisetas y en los de mayor
riqueza por metro cuadrado. Los dos clubs españoles, el Real Madrid y el
Barcelona, son los más famosos y deseados. Ambos patrocinados desde allí. El
Golfo son palabras mayores. Si Qatar hace millonarios a todos aquellos a los
que convence a billetazos de que hay que jugar un Campeonato del Mundo de
fútbol a 50 grados en el desierto, otros se gastan sus petrodólares en
caprichos igual de osados.
En ese ambientazo tan deportivo, con los derechos, los
colores y el escudo se pueden hacer milagros. Por eso ahora el acuerdo para que
el escudo del Real Madrid aparezca en las tarjetas de crédito del Banco
Nacional de Abu Dhabi es un auténtico puntazo, si no para la gloria del equipo,
sí para sus arcas. Y en ella ya aparece el escudo definitivamente amputado de
su cruz. No sé si el Barcelona ha hecho desaparecer también la Cruz de San
Jordi en su publicidad y apariciones por la región. Supongo que sí. Al final lo
harán ambos definitivamente. Es ridículo tener en escudo o logotipo una cruz de
quita y pon. Qatar se ha convertido en el líder de unos países que cumplen lo
que parece una orden de Saladino. Demostrar que la civilización cristiana es
débil, corrupta, cobarde e inmoral. A golpe de talonario. O tarjeta. No hay
nada malo en que Florentino haga negocios escondiendo una cruz. Lo triste es
que frente a ellos, que siempre se reafirman en ser ellos, nosotros siempre
renunciamos a ser nosotros. Cuando somos nosotros quienes tenemos mil razones
en la libertad, el bienestar, la compasión y el progreso para ser lo que
hemos sido. Mientras ellos tienen un millón de razones, terribles y
sangrientas, para cambiar.
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