TIEMPOS INTERESANTES
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 03.02.15
Puede parecer una estrategia kamikaze la de Grecia. Pero
desde luego lo sería de Europa si cediera y emergieran los extremistas de
Syriza como triunfantes
DICEN que es una maldición china el desear a alguien «que
viva tiempos interesantes». Malditos o no, el mundo ha entrado en tiempos
interesantísimos, especialmente desde este pasado 2014, en que conmemoramos el
centenario de la Primera Guerra Mundial, aquel terremoto de la civilización.
Tan interesantes son los tiempos estos que cada vez parece menos probable que
vayamos a volver a aburrirnos antes de que suceda algo grande, grave y con
muchas consecuencias para mucha gente. Nadie sabe qué. Pero hay muchos frentes
en los que adivinar detonantes para ello. Ahí tenemos una guerra entre las dos
grandes corrientes en el seno del mundo musulmán. Los islamistas suníes están
decididos a cambiar la geografía de África, Oriente Medio y Asia Central. Han
comenzado a construir un califato en zonas de Siria e Irak y, menos advertido,
en el norte de Nigeria. Quieren unir zonas liberadas hasta conseguir crear un
gran reino de Alá en este mundo. Ahí tienen a sesenta países desde hace muchos
meses aliados en guerra de baja intensidad para acabar con el ISIS. Y allí
siguen los islamistas. Y Boko Haram conquista aldeas de las que huyen sin
combatir los soldados nigerianos. Y admirados por su ejemplo, son cada vez más
en los países musulmanes y también en los nuestros.
En Rusia tenemos a una nación muy debilitada y humillada
durante décadas, seducida ahora por un caudillo que les promete poder y gloria.
No ha logrado modernizar el inmenso país durante los años de vacas gordas con
sus precios sabrosos para sus materias primas, su única fuente de riqueza. Pero
mientras se enriquecían él y sus oligarcas y su aparato privilegiado, ha
gastado en material bélico todo lo que no ha invertido en carreteras,
investigación, educación o industria en la Rusia abandonada, en la que no se ha
asfaltado una carretera desde que la URSS celebrara el Sputnik. La grandeza que
no llega con el desarrollo va a llegar, dice, con las conquistas territoriales.
Y planea que todos los rusos vuelvan a vivir juntos en un Estado como sucedía
en la URSS. Para ello tendrá que invadir media docena de países. Entre ellos
alguno de la UE y la OTAN como Letonia. Esa reunificación nacional fue la que
lanzó a Slobodan Milosevic a la guerra. La perdió. Pero él no tenía armas
nucleares. Y Ucrania tampoco. Porque ese las entregó todas a Rusia a cambio del
solemne reconocimiento de las fronteras, que Moscú viola ahora brutalmente
todos los días. Ahora EE.UU. se ha decidido a armar a los ucranianos para que
puedan defender su integridad territorial de la agresión rusa. Los europeos no
se atreven, claro. Aunque ven con cuánta procacidad cruzan la frontera las
armas, los equipos y los soldados rusos hacia una Ucrania que solo sería el
principio de esa expansión con la que Putin quiere pasar a la historia.
Los europeos no se atreven siquiera a exigir a Grecia que
cumpla con sus compromisos. Y los hay con tentaciones de ceder ante el chantaje
y las amenazas del nuevo gobierno ultra de Grecia. Entre las que no está solo
la de generar una inmensa crisis financiera. Sino también la de actuar en la UE
como submarino precisamente de esa Rusia que amenaza a todo el continente.
Capaz de hacer daño a sus aliados en colaboración con el enemigo. Puede parecer
una estrategia kamikaze la de Grecia. Pero desde luego lo sería de la Europa si
cediera y emergieran los extremistas de Syriza como triunfantes. Entonces
Europa se cubriría muy pronto de ultras de diverso signo en norte y sur. Y la
aventura de la unidad europea acabaría en desintegración y desgracia. Lo dicho,
tiempos interesantes.
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