TSIPRAS CON EL ZAR
Por HERMANN TERTSCHABC Sábado, 20.06.15
Grecia puede ayudar a Rusia a hacer daño a Europa, pero
Rusia no la salvará de la miseria
Alexis Tsipras ha
querido escenificar un poco más el baile de deslealtades para reforzar su
chantaje a la Unión Europea en los días más dramáticos de esta crisis. Cuando
se juega el futuro del país que gobierna. Y se lo juega para generaciones. Para
demostrar que no está dispuesto a ceder donde sus socios y acreedores esperan,
en las reformas, se ha ido a celebrar un acto de pretendida emancipación al
Foro Económico de San Petersburgo. Es el único líder europeo allí, donde se
notan con contundencia las sanciones europeas a Rusia. El Foro se celebra desde
1997, cuando Rusia parecía decidida a emprender un camino de modernización y
democratización. Entonces las siete mayores economías de Occidente decidieron,
precisamente aquel año, en Denver, incluir a Rusia en sus citas. El G-7 se
convirtió en G-8.
Ahora el G-8 vuelve a
ser G-7 y al Foro de San Petersburgo no va nadie salvo Tsipras. Que creyó
necesario decir que estaba allí «porque Europa no es el centro del mundo». El
jefe de gobierno griego quería demostrar un poco más de desapego y despecho
hacia sus socios. A los que quiere forzar a romper las reglas de la comunidad
de Derecho para permitirle construir un régimen contrario a los principios de
la UE pero, eso sí con financiación eterna de la UE. Estos gestos inamistosos
de Tsipras hacia Europa se producen bajo la mirada complacida del nuevo zar
Putin, cada vez más aislado, agresivo y militarizado. Putin no tiene un fin
mayor que destruir la UE. Y piensa que para ello le es útil Tsipras. Este tiene
razón, Europa no es el centro del mundo. Pero Rusia menos. Rusia es ya remoto
extrarradio. Es un inmenso suburbio de estructuras económicas tercermundistas,
eso sí, con mucha materia prima y mucho armamento nuclear. Cada vez más lejos
de los grandes polos y de los niveles altos del desarrollo mundial. Con un
colapso demográfico en marcha y plagado de debilidades. Grecia puede ayudar a
Rusia a hacer daño a Europa. Y hacerse daño ella misma. Pero no será Rusia la
que salve a Grecia de la miseria.
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