PULSO PELIGROSO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 03.10.15
Putin llegaba a París sobre todo como señor de una guerra
propia para salvar a Al Assad
Las
reuniones de la diplomacia solo sirven a veces para mostrar su propia
irrelevancia. Porque otros acontecimientos modifican con celeridad la realidad
sobre la que ha de hablarse. Así fue ayer en París. Vladimir Putin acudía como
interlocutor. Cuando hay peligro de que pueda ser de repente enemigo. Sobre
todo en Siria. Aviones rusos y franceses se cruzan en el aire. El espíritu de
la Guerra Fría se había asomado con Ucrania, con Siria ya está aquí. Putin es
previsible. Allá dónde hay debilidad occidental, irrumpe con su ágil matonismo.
En principio no le ha salido mal para retornar al centro del escenario
internacional después de su debilidad y marginación desde su anexión de Crimea.
Putin y François Hollande hablaron de sus respectivas intervenciones militares
en Oriente Medio, tan diferentes ellas. Por la tarde, Putin y Hollande y la
canciller Angela Merkel y el presidente ucraniano, Petro Poroshenko. Todo
indica que Rusia, pese a lo firmado en Minsk, tiene intención de mantener,
cuando no expandir, su ocupación militar.
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