The Unending Gift

martes, febrero 16, 2016

LÓGICA BRUTAL Y CÓMODO ENGAÑO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Sábado, 13.02.16


La máxima brutalidad contra la población siria la ejerce no Daesh, sino Al Assad con ayuda rusa

Sucede con frecuencia que las mesas de la negociación diplomática parecen tratar de guerras distintas a las batidas sobre el terreno. Si además están en la mesa el secretario de Estado, John Kerry, y el ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, la realidad puede desaparecer por completo.
Washington tiene la posición perdida en la crisis siria desde la catastrófica cesión de Obama ante Putin en la primera fase de la guerra. No ha logrado repararlo ni con bombardeos a Daesh ni con un tardío y débil apoyo a ciertas fuerzas. Junto a él tiene al ruso Lavrov, cuyo jefe Putin quiso aprovechar los titubeos de Obama para echar a los americanos de la región. Y se ha metido de hoz y coz en una guerra en la que ya combaten y mueren los rusos sobre el terreno. Y que amenaza con debilitar aun más a una Rusia descompuesta por el hundimiento de los precios de crudo y otras materias primas.
Acababa de surgir ayer en Múnich, de la mesa negociadora que reunió a Kerry, Lavrov y diecisiete ministros de Exteriores, la noticia esperanzadora de un precario alto el fuego. De lograrse aplicar dentro de una semana habría posibilidades de suministrar ayuda médica y alimentaria a zonas en situación desesperada. En frentes como Alepo, fuerzas sirias y rusas aplican sistemas de destrucción total como las usadas por Putin en Chechenia, con terribles consecuencias humanitarias y grandes movimientos de refugiados. Horas después irrumpía una noticia mucho más trascendente de Damasco.

Y es que Bashar al Assad se siente ya tan seguro con la masiva intervención militar de Rusia que anuncia pletórico su voluntad de reconquista militar de todo el territorio sirio. Ahí está la diferencia. Kerry y Lavrov comparten el cómodo engaño de acuerdos de seguir bombardeando a Daesh y ver si llevan unos camiones a algún pueblo hambriento. Pero la lógica implacable de esta guerra, en la que la máxima brutalidad contra la población la ejerce no Daesh sino Al Assad con ayuda rusa, sigue su sangriento curso.

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