The Unending Gift

lunes, enero 25, 2016

PUTIN, EL PROSCRITO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Sábado, 23.01.16


Los efectos del informe sobre Litvinenko serán graves para la Unión Europea y Estados Unidos

El presidente ruso Vladimir Putin ordenó asesinar al desertor del espionaje ruso Alexander Litvinenko. El informe del juez británico Richard Owen no lo dice así. Pero todos le han entendido. Y todos saben que las consecuencias del informe hecho público el jueves en Londres serán muchas y serias. Aunque no se impongan, como pide Marina, la viuda de Litvinenko, sanciones añadidas a las que ya hay vigentes por otras tropelías del régimen de Putin, como la anexión de Crimea o la invasión de otras partes de Ucrania. Los efectos serán graves y no solo para las relaciones de Moscú con Londres, sino con toda la Unión Europea y también EE.UU. Con este golpe ya se puede decir que, aunque siempre se hable con Rusia porque no hay más remedio que hacerlo, jamás mientras Putin gobierne volverá a haber un intento europeo de considerar a Rusia un socio. Este informe no se refiere al régimen en general, ni al aparato del Estado ni a la lógica geoestratégica. Se trata de un crimen en suelo inglés que se atribuye directamente a la persona Putin, al chequista que ordenó a otros compañeros chequistas, después muy premiados, ejecutar al chequista desertor y traidor. Según la lógica inamovible e implacable del NKVD, después KGB y ahora FSB.
El presidente Putin no es ya solo un invasor, un firmante muy poco fiable de acuerdos, un manipulador sin escrúpulos y un autócrata muy brutal en la represión de toda discrepancia. Con este informe del juez Owen, Putin se ha convertido ya para las autoridades occidentales, personalmente, en un asesino. Eso va a crear problemas a todos. Hasta a la hora de los viajes y contactos oficiales. Porque hasta ahora habían entrado en las listas negras occidentales de dirigentes del régimen ruso sancionados por la invasión en Ucrania muchos de sus colaboradores directos, pero no el propio presidente. Putin ha roto personalmente unas reglas de conducta civilizada. Y los muchos partidarios occidentales, unos convencidos y otros a sueldo, de tratar a Vladimir Putin como un socio aceptable de Occidente han de enterrar definitivamente tal empeño.

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