EL AUSENTE OMNIPRESENTE
Por HERMANN TERTSCHABC Sábado, 30.01.16
Todos dicen que Trump no puede ni debe ganar la nominación,
porque no puede ganar la presidencia
El lunes comienza la
carrera electoral norteamericana en serio. Con las primarias de Iowa, un estado
con apenas tres millones de habitantes. A partir de entonces no se vive ya solo
de encuestas e impresiones. Ya comienza la carrera con resultados reales.
Después de Iowa llega el estado oriental de New Hampshire y poco después, como
hito ya, el supermartes el 1 de marzo. Entonces comienzan las defunciones de
quienes se quedan sin esperanzas para el gasto. En el campo demócrata hay en
principio pocas dudas y emoción, por tanto, relativa. El senador Bernie
Sanders, el clásico anciano intelectual socialista (una especie de Noam Chomsky
de repuesto) que a los demócratas gusta llevar a campaña, dará el suficiente
masaje de buenas intenciones a la izquierda norteamericana para que esta se
sienta muy progresista y compasiva. Después desaparecerá convenientemente para
que una Hillary Clinton implacable en su lógica capitalista presente la opción
más clara para relevar al que fuera su rival y su jefe Barack Obama. Dispuesta
a hacerse perdonar su colaboración en una presidencia que comenzó con un ridículo
premio Nobel de la Paz y concluye con un balance muy mediocre en el interior y
catastrófico en el terreno internacional.
Pero el espectáculo,
las pasiones y los ríos de tinta están en la carrera por la nominación del
candidato republicano. Antes como ahora, y por mucho que tantos lo lamenten, en
el campo republicano hay una estrella que es el multimillonario Donald Trump.
Con una campaña compuesta por altas dosis de brutalidad verbal, impertinencia,
máxima desconsideración a sus rivales y a los hábitos y rotundas verdades
políticamente incorrectas, ha puesto patas arriba los intentos de los demás
candidatos por hacer una campaña tradicional. Ha descolocado al muy conservador
evangelista Ted Cruz como al más mundano Marco Rubio. Por no hablar del gobernador
de Texas, Jeb Bush, que lucha contra su nombre como hijo y hermano de
presidentes y además contra la cruel retórica de Trump. Este se permitió el
jueves un nuevo desaire al no acudir con el resto de los candidatos al debate
previo a la votación en Iowa. El lunes se verá si le sale bien tal apuesta. En
todo caso, se habló más de él que si hubiera ido. Todos dicen que Trump no
puede ni debe ganar la nominación porque no puede ganar la presidencia. Eso se
verá. Pero, aunque así fuera, cuánto divertimento y cuánta torpe hipocresía
está desenmascarando. La democracia norteamericana es grande.
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