TODAVÍA NO ESTAMOS AHÍ
Por HERMANN TERTSCHABC Domingo, 21.08.16
Este nuevo requerimiento judicial hace que los correos
persigan a Clinton hasta el final de campaña
Puede que sea
demasiado tarde para una recuperación de la campaña de Donald Trump que ha
tenido un agosto catastrófico y cuyos intentos de enmienda siempre son menos
conseguidos que sus errores. Pero es demasiado pronto para decir que Hillary
Clinton ya ha ganado estas elecciones presidenciales que para muchos pasan a la
historia como el voto entre la peste y el cólera. El mismo día que todo el
ejército mediático volcado en favor de la candidata demócrata atacaba
masivamente a Trump para desacreditar sus disculpas públicas por sus excesos
retóricos y neutralizar sus propósitos de enmienda, un juez federal de
Washington llamaba a Clinton a declarar sobre el uso de un servidor privado para
la transmisión de mensajes de alto secreto. Clinton atribuye a despistes esta
práctica que, según el FBI, dinamitó la confidencialidad de mensajes del Departamento.
Fuerzas conservadores insisten en perseguir estos hechos por vía penal.
Es posible que Trump
haya mostrado en este mes unas cotas de incompetencia técnica en el puro oficio
de político, de manejo de información y dominio de sí mismo, que lo haga
definitivamente «no votable». Eso en condiciones normales dejaría la vía libre
para Clinton. En condiciones normales. No es el caso. Porque este nuevo
requerimiento judicial hace que los correos persigan a Clinton hasta el final
de campaña y porque se intuye que aun puedan surgir otros cadáveres en armarios
insospechados. Y eso que ella ha tenido la inmensa suerte de que la guerra sin
cuartel, sin reglas y sin escrúpulos de todo el establishment, y especialmente
de los medios de comunicación contra el candidato Donald Trump propiciando una
parcialidad en su favor inaudita en una campaña presidencial. Traducida en
general benevolencia en el tratamiento mediático de los indicios y pruebas de
ventajismo, fraude, codicia, corrupción y mentiras de la candidata. Trump puede
sucumbir por la brutalidad de sus opiniones y la crudeza de sus actitudes.
Clinton puede ganar pese a ser el candidato de peor reputación en cuanto a
credibilidad, honradez y franqueza. Pero todavía no estamos ahí.
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