BUENO EN SANTO DOMINGO
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 09.08.16
En Santo Domingo se vio una auténtica clase de las mejores
formas de la España buena
HAY veces en que también en España hay cosas que pasan de la
mejor manera posible. Así, hace unos días, Gustavo Bueno, a poco de cumplir los
92 años, con una larga y plena vida llena de pasión, amor, emoción y
entusiasmo, decenas de libros de real importancia en la filosofía mundial,
reconocimiento académico mucho más allá de nuestras fronteras, perdió el
conocimiento el día en que se moría su mujer Carmen. La siguió a la muerte dos
días después. Las cosas bien hechas, ella justo antes y ambos sin sufrir. Como
queriendo quitarles a los cinco hijos y a los adorados cinco nietos hasta esa
última pena inevitable ante la partida. Una muerte tan normal, asumible y
lógica que apenas hay motivos para la tristeza, como decía ayer su hijo Gustavo
en la ceremonia en el Ayuntamiento de Santo Domingo de la Calzada. Allí había
nacido el filósofo cuando la dictadura de Primo de Rivera cumplía su primer
año. Su familia y sus amigos y unos cientos de vecinos de la localidad riojana
lograron hacer ayer una despedida como sin duda la habría deseado el individuo
Gustavo Bueno, allí presente en su ataúd pequeño. Fue una celebración bonita,
seria y muy digna de la trascendencia de la persona Gustavo Bueno que, como él
ya explicó, seguirá aquí presente con su influencia sobre los vivos. Muchas
coronas de flores, algunas habría de compromiso, pero no la mayoría como suele
ser habitual. Y representantes políticos, dos, el presidente de La Rioja, José
Ignacio Ceniceros, en un muy digno y discreto segundo plano y el alcalde
socialista Agustín García Metola, cuya ayuda a los Cursos de Verano de
filosofía agradece tanto la Fundación Gustavo Bueno como la familia. Gratitud
que se hace extensiva al alcalde del PP que gobernó entre un mandato y otro del
socialista. En Santo Domingo enterraron ayer al filósofo español más relevante
del último medio siglo, pero además se vio una auténtica clase de las mejores
formas de la España buena. Allí han colaborado los partidos socialista y
popular en un proyecto que se materializó y mantuvo para el estudio de la
filosofía de una personalidad muy libre, muy ruidosa, muy radical y polémica
por combativa. Lo que más teme la España mediocre, envidiosa y lanar. La que no
perdonó a Bueno que no se convirtiera en un académico marxista al uso. Uno más,
intercambiable. Como fue todo lo contrario había que desacreditarle. Por parte
de todos los enemigos del pensamiento libre en España que están en todas
partes. Por eso es tan digno y destacable el papel de Santo Domingo de la
Calzada y tan lamentable el del Ayuntamiento de Oviedo, que apenas ha hecho
ademán ante la muerte del que, sin duda, era su paisano más ilustre, más
internacional y relevante. Igual que ayer en aquel ayuntamiento en el corazón
de La Rioja, la ceremonia sobria, seria, profunda y culta ofreció la mejor cara
de España; la peor, que es mucho más común, es la de este miserable
cuatripartito ovetense que reúne todo lo peor de envidias, consignas y bajezas
de nuestra triste vida pública. El director de la Fundación Gustavo Bueno,
Tomás García López, dio la clave al recordar cómo el filósofo Bueno cultivó la
reina de las virtudes que es la fortaleza, con sus dos vertientes de firmeza y
generosidad. Todos los hundimientos de los mejores logros de la humanidad, en
realidad todos las formas del mal, surgen de la debilidad. De la falta de
disciplina, del desorden, del pensamiento débil. Solo hay que vernos. En
España, en Europa, en el mundo. Ayer, Santo Domingo fue una isla peculiar
española donde las cosas fueron como deberían ser.
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