The Unending Gift

lunes, diciembre 05, 2016

EL DERECHISTA NORBERT HOFER PIERDE SIN APELACIÓN LA PRESIDENCIA AUSTRIACA

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Viena
ABC  Lunes, 05.12.16


El consenso social generado por el verde Van der Bellen le llevó a la victoria

El efecto de Trump, Farage y Le Pen
El «efecto Trump» o las declaraciones de Farage y Le Pen, sugiriendo que la victoria de Hofer abriría la senda para salir de la UE, podrían haber ayudado a Van der Bellen

El FPÖ a un paso para gobernar en Austria
Para el líder del FPÖ, Hans Christian Strache, el 47% de votos demuestra que su partido está ya a punto de asumir las tareas de gobierno para el cambio en Austria

Los austriacos volvieron a elegir ayer como jefe del Estado a Alexander van der Bellen, líder del partido de los Verdes y candidato de un amplio abanico de partidos y fuerzas sociales. Van der Bellen se impuso esta vez –con el 53,3% de los votos– con mayor claridad al candidato derechista del Partido Liberal (FPÖ) Norbert Hofer, que logró el 46,7%. Era la repetición de unas elecciones celebradas en mayo y anuladas por irregularidades en el recuento. Entonces Van der Bellen ganó a Hofer por tan solo 31.000 votos. Pero ayer, tan solo unos minutos después de que cerraran los colegios electorales, las proyecciones daban ya una ventaja irreversible al considerado candidato del consenso y evitaban la repetición de un recuento agónico hasta la tarde del lunes, como hace siete meses.
                                                                                        AFP
Hofer (izq.) y Van der Bellen, ayer juntos en la televisión austriaca

El resultado electoral generó inmediatamente visible alivio en las fuerzas de la gran coalición de socialistas (SPÖ) y populares (ÖVP), en la mayor parte de gobiernos europeos y en los grandes partidos tradicionales en toda Europa que se habían movilizado masivamente, con la inmensa mayoría de los medios austriacos e internacionales, no en favor de Van der Bellen, sino en contra del candidato derechista Hofer.
Al final, todos aceptaron ayer de buen grado el resultado, con un talante inexistente durante la campaña. A la postre, han ganado las ganas de evitar los líos que se les prometían si ganaba Hofer. «Seis años de coche cama en vez de montaña rusa», resumía ayer el diario «Die Presse» esta elección del viejo profesor ecosocialista en vez del joven derechista que les prometía quizá demasiados cambios de golpe. «En la duda, voto conservador, es decir la izquierda», se resumía el ambiente en el semanario «Profil».
La mayoría de los analistas habían previsto un resultado mucho más ajustado. Nadie sabe en qué medida ha podido existir un «efecto Trump». Sí ha quedado claro que muchos austriacos han considerado que una victoria de Hofer ahora generaría muchos problemas adicionales al poner todo el foco en una Austria necesitada del turismo y sus conexiones internacionales. También podrían haber jugado a favor de Van der Bellen las declaraciones extemporáneas del líder del Brexit, Nigel Farage, o la líder del Frente Nacional Marine Le Pen anunciando o sugiriendo que Hofer abriría la senda hacia la salida de la UE. Los agricultores austriacos, tradicionales votantes del ÖVP pero simpatizantes políticos del FPÖ, no quieren tal cosa. Las fuerzas partidarias de Van der Bellen han logrado movilizar mucho más esta vez, sin duda gracias también a la masiva presión internacional y el miedo a un aislamiento, y parte de los votantes de Hofer podrían haberse quedado en casa.

La «porra del nazi»
La muy usada táctica de la izquierda austriaca de tachar de nazis a sus rivales en el extranjero y después utilizar contra su rival en el interior esas acusaciones repetidas desde el extranjero ha vuelto a funcionar. Porque el miedo a los problemas derivados de un aislamiento se han hecho muy gráficos. También porque Hofer perdió al final su distanciamiento de las acusaciones y mostró varias veces su enfado. El enfado en televisión de alguien acusado de nazi siempre es mucho más dañino que el enfado de un izquierdista. Funcionó por tanto la «Nazikeule», la «porra del nazi», que es como se llama en Austria al uso del nazismo como argumento para liquidar todos los demás argumentos. Aunque ya con serias dificultades. Como recordaban los partidarios del derrotado Hofer, han sido todos los gobiernos y las fuerzas de toda Europa contra un partido, el FPÖ. Y este ha recibido 47 de cada cien votos.
Uno de los primeros en manifestarse desde fuera fue el vicecanciller alemán Sigmar Gabriel, que dijo que con la derrota de Hofer «a Europa se le ha quitado un grave peso de encima». Todos los que habían temido que una victoria de Hofer confirmara en Austria el avance de las fuerzas críticas con el sistema europeo desde la derecha han destacado el resultado como una victoria del sentido común y del sentimiento europeísta.
Pero más allá de las palabras triunfales de quienes hasta hace horas estaban muy preocupados ante la posibilidad real de que Hofer fuera presidente de la República, a nadie se le oculta que el país está más cerca que nunca de tener, no ya un presidente de funciones representativas, sino un canciller, un jefe de Gobierno con todas sus atribuciones, de ese mismo partido, del FPÖ. Porque lo cierto es que con la Unión Europea, Alemania y demás grandes países europeos y todos los medios en contra, el partido FPÖ al que se tachó sistemáticamente de «populista», «ultraderechista» y hasta nazi conseguía ayer en torno al 47% de los votos en Austria. Lo que en condiciones normales le daría una amplísima mayoría absoluta en unas elecciones legislativas como las que se anuncian adelantadas para el próximo año. Por eso el líder del partido, Hans Christian Strache, decía ayer que, aunque el sistema ha sabido defenderse esta vez, el resultado demuestra que su partido está ya a punto de asumir las tareas de gobierno para el cambio en Austria.

Hofer reconoce la derrota
Van der Bellen compareció cerca de las 18.30 horas en el centro electoral instalado en el Palacio de la Hofburg para dar las gracias a los votantes y prometer todo su esfuerzo para ser pronto considerado «su presidente» por quienes han votado a Norbert Hofer. El propio Hofer, que estaba presente, felicitó al ganador y dijo que no había ya que perder ni un minuto en evocar la tensión y los duros enfrentamientos que tanto han polarizado a la sociedad austriaca. Todos de acuerdo en que se superaron todos los límites de respeto que se habían mentado en pasadas elecciones y que es necesaria una labor conjunta para una tarea de reconciliación. Hofer ya había reconocido la derrota de inmediato. Como Strache, el líder de su partido, descartó todo recurso contra el resultado, y se declaró ya deseoso de comenzar los preparativos para las elecciones legislativas en las que se presentará detrás del líder del FPÖ. Descartaba así Hofer que se postule ahora a dirigir el partido como algunos habían sugerido. Y que fuera a utilizar este inmenso apoyo personal de cerca del 47% para encabezar la candidatura a la cancillería federal.
Lo cierto es que cuando se calmen las aguas después de esta tormentosa campaña electoral van a comenzar los preparativos para la siguiente en Austria. Con una victoria de Hofer, la gran coalición que gobierna desde hace tres legislaturas podía haber saltado en pedazos de inmediato. Con la victoria de Van der Bellen puede ser en primavera u otoño. Pero nadie cuenta en Viena con que se llegue a concluir la legislatura en el 2019. Y los partidos de la coalición ya han comenzado a buscar contactos con el que será su socio inevitable, el partido de Strache y Hofer.

Nuevas alianzas
Tal como están ahora las cosas, con un ÖVP que no pasa del 20% y un SPÖ que ronda el 25%, el partido derechista, si no tiene mayoría absoluta, lo que no puede excluirse, puede elegir con cuál de los dos viejos grandes partidos que ya no son tan grandes quiere gobernar en el futuro. Tanto el uno como el otro han gobernando en Viena y en diversos estados federados con el FPÖ. Lo que no les ha impedido tachar de ultraderechista y hasta nazi a este partido con el que mantienen y volverán a mantener alianzas de gobierno muy pronto.

Poder presidencial

Designa al canciller
El presidente de Austria designa al jefe de Gobierno, que tiene el título de canciller. A propuesta de este, nombra a los demás ministros

Destituir al canciller
El jefe de Estado austriaco también puede destituir al canciller o al Gobierno en su conjunto, sin necesidad de contar con el refrendo gubernamental

Escudo de armas de la República de Austria

Facultades limitadas
Todas sus demás facultades, incluida la de disolver el Parlamento, requieren la ratificación ministerial

Mandato de seis años
Austria es una república federal que se rige por la Constitución de 1920, modificada de forma amplia. El jefe de Estado es el presidente federal –elegido por voto popular directo y con segunda vuelta– para seis años

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