EL «PREMIER» HOLANDÉS SE MANTIENE FIRME FRENTE A LAS AMENAZAS DE TURQUÍA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Amsterdam
ABC Lunes, 13.03.17
Crisis diplomática entre La Haya y Ankara
Mark Rutte tiende la mano a Erdogan, pero sabe que no puede
ceder si no quiere perder frente a los populistas de Wilders en las próximas
elecciones
El Gobierno holandés mostró ayer voluntad de frenar la
escalada del enfrentamiento con el régimen turco de Recep Tayyip Erdogan que,
durante el sábado por la noche, llegó a una situación alarmante. Pero el primer
ministro, Mark Rutte, ha advertido de que Holanda no cederá ante las amenazas
de Ankara. «Somos una nación orgullosa y no podemos trabajar con nadie en estas
condiciones de amenazas y chantajes». Rutte respondía así a otra andanada de
descalificaciones, amenazas e insultos de ministros turcos –y del propio
Erdogan– que advirtieron de que «Holanda aún pagará muy cara» su actitud.
Los líderes turcos exigieron sanciones internacionales
contra Holanda a la que volvieron a tachar de «guarida del nazismo» en la que
el gobierno, dijo, estaría secuestrado por la extrema derecha de Geert Wilders.
Es evidente que Erdogan intenta agudizar el conflicto en varios países europeos
para lograr mayor apoyo entre los emigrantes turcos a su nueva Constitución que
le otorgará poderes prácticamente ilimitados y dictatoriales.
Hartazgo
A dos días de las elecciones que se celebran en Holanda este
miércoles, es evidente que cualquier gesto que se pudiera interpretar por parte
de la población como cesión tendría un grave coste electoral para Rutte, que es
el único contendiente que puede disputarle al derechista Wilders el puesto de
líder del partido más votado. Rutte ya ha demostrado en los pasados meses
posiciones de firmeza, e incluso hartazgo hacia sectores turcos que destacan
por sus pretensiones insaciables.
No sería la primera vez que también él demuestra, como el
propio Wilders y un creciente número de holandeses, que los límites de la
tolerancia han sido ya superados en varias ocasiones. El cambio cualitativo
está sin duda en que Rutte teme más los efectos electorales que pudiera tener
una posición apaciguadora con Turquía entre su electorado que las amenazas del
presidente turco. En Alemania, Angela Merkel ha tenido una postura mucho más
apaciguadora ante las provocaciones de Erdogan. Tanto, que ha recibido serias
críticas, por más que según sondeos encargados por medios cercanos, la mayoría
de los alemanes prefiere evitar la colisión frontal con Erdogan.
En Alemania son muchos los políticos que exigen no solo
mayor contundencia de la canciller hacia Erdogan, sino pasos concretos como la
retirada de los soldados germanos de la base de la OTAN en Incirlik (Turquía).
Ayer, el ministro de Finanzas de Berlín, Wolfgang Schäuble, manifestaba que es
imposible avanzar en nada relacionado con ayudas financieras a Turquía mientras
Erdogan prosiga esta escalada y mantenga preso al corresponsal alemán del
diario «Die Welt», que lleva casi un mes en prisión con una disparatada
acusación de «militancia terrorista».
Solidaridad danesa
Dinamarca se unió ayer al frente de solidaridad con Holanda,
y anunció la suspensión del viaje a Copenhague del primer ministro turco. Según
el jefe del Gobierno danés, Lars Rasmussen, aunque Dinamarca quiere cooperar
con Turquía, esto no es posible en estos momentos por su actitud y sus ataques
a Holanda. Austria y Suiza habían adoptado posturas muy similares a la de
Holanda en relación con los mítines oficialistas turcos. Y aunque ayer no hubo
reacción al respecto, parece que en diversos sectores holandeses se vio con
desagrado que Francia permitiera al ministro de Exteriores turco dar un mitin
en la ciudad de Metz y tener una nueva tribuna para arremeter con sus insultos
a Holanda.
Rutte declaró que quiere rebajar lo antes posible el tono y
la crudeza del conflicto. Pero advirtió de que si Turquía insiste en la
escalada, su gobierno respondería sin dejarse intimidar. Los disturbios del
sábado en Róterdam fueron calificados por el jefe de gobierno de «pesadilla». Los organizadores turcos del mitin no autorizado al que pretendía acudir la
ministra turca Fatma Betul Sayan habían engañado al alcalde de la ciudad, Ahmed
Aboutaleb, musulmán de origen marroquí. Este había acudido en la confianza,
aseguró, de que desde el consulado turco no se había convocado a los
manifestantes. Sin embargo, sí se había hecho. Entonces se produjeron los
enfrentamientos entre la Policía y turcos llegados en apoyo del mitin.
Reforma antidemocrática
Todos los países europeos con comunidades turcas importantes
ya habían hecho saber que no serían bienvenidos los mítines de representantes
de Erdogan en favor de una reforma constitucional antidemocrática y de la
reinstauración de la pena de muerte.
Las elecciones holandesas van a estar bajo el signo del
enfrentamiento con Turquía, en un conflicto que emerge de la presencia masiva
del islam en este país. Unos comicios que vienen tras el Brexit y la llegada de
Trump a la Casa Blanca, y que serán un test de la capacidad de aguante de los
partidos tradicionales antes de las elecciones en Francia, Alemania y
posiblemente en Italia.
Otros incidentes
En Alemania tuvieron lugar los primeros enfrentamientos
entre diplomáticos turcos y el gobierno de Angela Merkel, al que Turquía acusó
de nazi por suspender algunos mitines. «Solo nos arrodillamos ante Alá»,
aseguraron.
En Austria han sido cancelados cuatro actos en total. El
ministro de Exteriores Mevlüt Cavusoglu tenía previsto participar al menos en
uno, pero ante la prohibición para celebrarlo el diplomático turco suspendió su
visita al país.
Dinamarca, un día después de la crisis abierta entre Holanda
y Turquía, decidió ayer aplazar la visita del primer ministro turco, Binali
Yildirim, que iba a participar en un acto por el referéndum.
En Suiza el ministro de Exteriores turco tenía previstos dos
actos. El del jueves pasado fue cancelado, y el que tenía previsto ayer en
Zurich fue finalmente aplazado, anuncio que se hizo el sábado.
Francia se ofreció ayer como mediadora entre Holanda y
Turquía. El ministro de Exteriores francés pidió a Ankara que se abstuviera de
hacer «comentarios excesivos» que agravaran la situación.
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