¿A QUÉ TANTO MIEDO?
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 06.05.17
Macron necesita una mayoría a sus órdenes. Sin ella estará
pronto inerme y Francia abocada al cambio radical que muchos temen
A cuarenta y ocho horas del cierre de los colegios electorales
todo parece decidido en Francia. Todos los sondeos otorgan a Emmanuel Macron
una amplísima victoria sobre Marine Le Pen que oscila entre los 20 y los 24
puntos, 62 por ciento a 38 por ciento. Con esas previsiones y la certeza,
celebrada por la inmensa mayoría de los medios franceses y europeos, de que el
debate final no benefició a Le Pen, todos deberían estar muy tranquilos.
No habrá apocalipsis con una victoria de Le Pen. Estudios hechos para tan
improbable caso anuncian que los mercados se hundirían, Francia colapsaría y la
Unión Europea desaparecería en semanas. Dado que, salvo intervención directa de
Belcebú, va a ganar el Bien Decretado, es decir Macron, nunca sabremos si los
tenebrosos augurios sobre los efectos de una victoria de Marine Le Pen son
igual de acertados que los que se hicieron para la victoria de Donald Trump.
Porque no dieron ni una.
Claro está que una victoria de Le Pen tendría unos efectos
muy distintos porque Estados Unidos no, pero Europa sí está cogida con
alfileres. Ni siquiera hace falta una victoria de Le Pen para temer por su
futuro. Si Le Pen hubiera presentado una visión económica algo más sofisticada
que ese programa paleosocialista de proteccionismo cobardón y agobiante, quizás
los pronósticos no fueran tan claros. Y sin embargo, lo cierto es que nadie
está del todo tranquilo en Francia ni en Europa. No se está porque todos saben
que la victoria el domingo es tramposa. Porque Le Pen se erige como primera
fuerza por mucho que pierda. Y porque la coalición de circunstancias y miedo
que impedirá a Le Pen ser presidente no existirá a la hora de forjar una
política en la Asamblea Nacional que afronte los problemas reales que todos los
que apoyan a Macron han ignorado durante dos décadas. Para que el artificio
Macron funcione necesita una mayoría a sus órdenes. Sin ella estará pronto
inerme y Francia abocada al cambio radical que la mayoría hoy aún teme.
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