EL MILAGRO NECESARIO
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 16.06.17
Hace falta más ley, verdad y sentido común
LA más hermosa defensa de la transición política española
que he oído en bastante tiempo la hizo hace un par de días en la tribuna de
oradores del Congreso de los Diputados el portavoz socialista José Luis Ábalos.
Me emocionó su recuerdo a la emoción de antaño, cuando sentimos ambos el mismo
orgullo de ser parte de una inaudita y magnífica aventura de concordia que
vivimos sinceramente una inmensa mayoría de los españoles. Aquel milagro
necesario. Para que todos fuéramos iguales. No unos buenos y otros malos.
Tampoco para que cambiaran las tornas y se convirtiera la España en la anti
España y viceversa. Como ha sucedido. Dicen que Ábalos es el hombre fuerte del
equipo con el que Pedro Sánchez consumará el entierro del consenso sobre la
transición como gran gesta colectiva de reconciliación nacional. El PSOE ya
asumió ese papel de enterrador ya en el año 2000, aun sin ser consciente de
ello, cuando eligió como jefe a José Luis Rodríguez Zapatero. Por un puñado de
votos. Es ocioso especular por dónde habría transitado el PSOE de no haber
elegido a alguien tan dominado por la carga venenosa de su revanchismo
ideológico. Aun gobernaba en 2010 cuando publiqué el «Libelo contra la secta»
para intentar explicar el inmenso daño permanente que habríamos de sufrir por
esa su «siempre sonriente llamada al odio». La que tantísimo eco habría de
tener a partir de su llegada al poder cabalgando sobre las bombas, los muertos
y el golpe de mano ante las sedes del partido gubernamental. A los españoles no
les puede hacer más daño Zapatero. De ahí su venenosa presencia en Venezuela,
donde ignora la condena y el rechazo de la oposición que considera evidente que
Zapatero no actúa de mediador sino como agente de la dictadura asesina. Por los
motivos que sea.
Un lustro después del «Libelo» publiqué «Días de ira» en el
que advertía sobre la descomposición del constitucionalismo y el permanente
fortalecimiento de los enemigos de España. Muchos se reían aún del «España se
rompe». Insistía en que si Zapatero es clave para entender el comienzo de la
catástrofe, para entender su consumación no lo es menos el papel jugado por el
Partido Popular con su líder Mariano Rajoy. El Frente Popular vuelve a ser la
opción de Sánchez, lógica consecuencia del proceso ideológico que entierra la
Transición e idealiza la república ya sovietizada. La radicalización de la
izquierda generó espacio y momento para la franquicia chavista de Podemos y
escoró al PSOE. Todo intento de recuperar una socialdemocracia en el PSOE, el
último el de la gestora, fracasa porque la socialdemocracia tiene un dueño que
es el Partido Popular, liberado por Rajoy de todo compromiso moral e ideológico
y convertido en un búnquer de supervivencia. El rearme radical de la izquierda
revanchista domina por ello sin contestación todo el debate político. La
siniestra cooperación entre extrema izquierda y centrismo en el gobierno impide
el mínimo atisbo de pluralidad y cambios que no sean la destrucción de España
en un extremo y la parálisis del gobierno bunquerizado de Rajoy en el otro. La
cúpula del PP ha impedido toda iniciativa para conseguir un cuerpo ideológico y
político para una alternativa real, un rearme moral para una mayoría social
española que quiere una nación moderna con la reinstauración del imperio de la
ley, de la igualdad entre españoles, de la verdad y del sentido común. Con
estas banderas y el llamamiento a redescubrir y movilizar la buena voluntad que
existió en 1977, España podría hacer un nuevo milagro necesario. Hace falta
quien las enarbole y conduzca a la batalla frente a la codicia, la desidia y el
rencor.
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