The Unending Gift

martes, mayo 16, 2017

LA SEGUNDA MUERTE DE STEFAN ZWEIG

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Martes, 16.05.17

El legado del suicida Sieferle, un enemigo de la corrección política

EN los pasados dos o tres lustros se ha puesto muy de moda en España el escritor austriaco Stefan Zweig. No sé si se lee todo lo que se le cita, pero sí es un conocido ya este judío austro-húngaro autor de una obra ingente pese a su voluntaria muerte a los 61 años. Especialmente «El mundo de ayer». Yo creo que lo mejor de Zweig son sus biografías pero quienes conocen a Zweig de sus otros textos lo identifican con la incurable –y mortal– nostalgia por una Europa libre y culta irremisiblemente perdida y el miedo y desprecio a un futuro totalitario y vulgar. Zweig formaba parte de una cultura austriaca del ocaso vibrante y brillante, en la que Karl Kraus escribía «Los últimos días de la humanidad» y muchos recurrían al suicidio como muerte en abrazo al propio mundo en naufragio. Desde el poeta Georg Trakl hasta la poetisa Ingeborg Bachmann y su gran amor Paul Celan, judío de la Bukovina austro-húngara, suicidas en los setenta, son cientos las grandes cabezas de la literatura y creación de la vieja Kakania de Robert Musil que se quitaron la vida. Es significativo que mientras en Alemania el suicidio se llama «Selbstmord», es decir, «asesinato de uno mismo», en el antiguo espacio cultural austrohúngaro se dice «Freitod», que significa «muerte libre». Zweig se despidió en 1942 en Petrépolis en Brasil. El mundo bueno merecedor de vivirse, con la libertad, la cultura y los valores de la civilización, se hundía ante el avance del nazismo y otros totalitarismos. Y ellos querían irse con él.
En septiembre del pasado año se quitaba la vida el escritor, sociólogo e historiador Rolf Peter Sieferle. Era uno de los muy pocos intelectuales alemanes que se ha atrevido al enfrentamiento total y sin compromiso con la corrección política que en la era Merkel ya se ha convertido en implacable ideología incuestionable so pena de marginación, muerte civil y escarnio. Nacido en 1947 profesor de historia en la Universidad de Mannheim primero y Sankt Gallen en Suiza después, escribió trabajos de gran repercusión sobre industrialización, urbanismo, migración y desarrollo sociológico histórico, desde hace más de treinta años advertía sobre el bloqueo intelectual que generaba el permanente recurso al nazismo para impedir debates críticos con las políticas del sistema alemán. Con la oleada migratoria y la postura defensiva del gobierno de Merkel y sus aliados –los grandes partidos y los medios–, la apisonadora de la corrección política en Alemania oculta la realidad de los efectos de la política de refugiados. Y persigue y descalifica a quien la cuestione. Sieferle ha dejado dos libros como legado de advertencia para un mundo en el que él, como Zweig en su día, no quiere participar.
En «Finis Germania» hace un cuadro implacable de una sociedad alemana cobarde que ha elevado el llamado «antifascismo» a religión oscurantista que persigue todo pensamiento racional y al sentido común. Con unos medios domesticados, una intelectualidad comprada e intimidada y unos políticos convertidos en sacerdotes de esa religión de socialdemocracia obligatoria, el recurso totalitario a «la culpa colectiva» arrebata toda libertad y derecho a la verdad a los alemanes. En el último libro, «El problema migratorio», acusa al gobierno alemán de una inmensa estafa con la destrucción del estado social en libertad por ser este incompatible con la inmigración en masa. Advierte que una Europa bajo creciente poder islámico será un infierno como lo son los estados musulmanes. Rolf Peter Sieferle no quería vivir en la sociedad que veía venir. Como Zweig.

Puede ser que dentro de unos años leamos a Sieferle como a Zweig, como víctima de un miedo infundado. Puede ser también que no nos dejen leerlo. Entonces es que tenía razón.

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