AMARGA VICTORIA DE MERKEL
Por HERMANN TERTSCH
ABC Lunes, 25.09.17
Retrocede ocho puntos, la ultraderecha accede por primera
vez al Parlamento y los socialdemócratas vuelven a la oposición tras su peor
resultado
Los radicales de AfD se convierten en la tercera fuerza política
Alemania se enfrenta a una mayor inestabilidad después de que los socialdemócratas se nieguen a repetir una gran coalición con la CDU
«Coalición Jamaica» Merkel tendrá que negociar una
«coalición Jamaica» junto a verdes y liberales a la vez que sus socios bávaros
le piden un giro más a la derecha
Angela Merkel ganó ayer las elecciones en Alemania, pero esa
prevista victoria no eclipsa un resultado profundamente traumático que va a
tener serias consecuencias para la política alemana y europea. Toda la
estructura política de la República Federal de Alemania sufrió ayer un fuerte
movimiento en sus cimientos, lo que se reflejará muy pronto dentro y fuera de
sus fronteras. Los dos partidos de la gran coalición han cosechado humillantes
pérdidas de votos, el Parlamento se ha fraccionado aún más. Y ha irrumpido con
enorme fuerza en el legislativo la fuerza temida por todos de Alternativa por
Alemania (AfD), el partido derechista, radical en su rechazo a la política de
la Unión Europea y de la inmigración. La CDU/CSU de Merkel se queda en un 33,8%
del voto, menos de ocho puntos que en las elecciones de 2013. Y los
socialdemócratas del SPD de Martin Schulz, con un 20,6% y cinco puntos menos,
cosechan su peor resultado de la historia de la república federal.
Merkel comparece ayer en la sede de la CDU tras conocerse
los resultados
Ningún sondeo se había atrevido a darle al partido
derechista Alternativa por Alemania (AfD), tachado por el resto del arco
parlamentario de ultraderechista, ese 13% que lo convierte con clara ventaja en
la tercera fuerza del país. El SPD anunció nada más conocerse las proyecciones
de voto que pasa directamente a la oposición. El anuncio de Martin Schulz fue recibido
con inmenso alivio por su partido. En el que se perfila un radical cambio
generacional en los próximos meses. La entrada de AfD en el Bundestag con esa
fuerza inesperada hacía de todas maneras casi inviable una gran coalición. Esta
habría dejado la jefatura de la oposición al gobierno en el Bundestag en manos
de ese partido que, aunque constitucional, no participa de los habituales
consensos del resto del arco parlamentario. Ayer uno de sus líderes, Alexander
Gauland, dejó claro que, sea el gobierno que sea, «que Merkel o quien lleve el
gobierno se abrigue bien, porque le vamos a dar caza. Vamos a darle caza hasta
que recuperemos nuestra patria». Habrá que ver si el partido AfD digiere este
éxito inesperado. Y supera sus tradicionales tensiones internas entre radicales
y moderados o nacionalistas y conservadores.
Merkel compareció decidida a poner buena cara para un
resultado que complica mucho el gobernar. Reconoció que «este no es el
resultado que ambicionábamos», aseguró que sí podía felicitarse su partido
porque se habían cumplido los objetivos estratégicos que se había marcado. Que
eran la fuerza más votada para estar encargada de formar gobierno y lograr que
contra la CDU/CSU no pudiera aritméticamente formarse gobierno alternativo. Lo
que también es el caso.
Contradicción
Lo cierto es que Merkel solo tiene como opción, descartada
la continuación de la alianza con el SPD, la coalición llamada Jamaica por los
colores negro del CDU, amarillo de los liberales del FDP y el verde de los
ecologistas. La gestación de esta alianza será una operación política
extremadamente difícil precisamente porque la irrupción del AfD en el
parlamento exige a la CDU un retorno a posiciones de derechas abandonadas por
Merkel.
Ayer la canciller dijo que uno de los principales objetivos
de su nuevo gobierno será tomar más en serio los temores de la gente y
recuperar los votos que han partido hacia el AfD. Lo dijo sin ninguna de las
descalificaciones hacia el partido derechista que son habituales en todos
los políticos cuando hablan de esta formación. Lo cierto es que, pese a haber
sido sometido a un acoso de descalificaciones y marginación a un tiempo por
parte de los demás partidos políticos y por la totalidad de los medios de
comunicación, el AfD ha cosechado gran parte del voto de la frustración de la
sociedad alemana por la falta de atención publica a cuestiones como la
inmigración y el deterioro de la seguridad.
De tener más de dos tercios de los votos en el pasado
parlamento los dos grandes partidos han pasado a poco más de la mitad. Con lo
que prosigue el fraccionamiento del parlamento que ahora pasa a tener dos
partidos más con el regreso de los liberales del FDP con un sólido 10,6%, y la
sorpresa mayúscula de la fuerza del AfD que supera también al izquierdismo de Die
Linke (9%) y a los Verdes que, con un 8,9%, sacan un resultado mejor de lo
esperado. Las negociaciones para el tripartido comenzarán pronto al no haber
alternativa a esa coalición.
Los Verdes ya se han mostrado conscientes de las
dificultades con una canciller que tendrá que defender posiciones conservadoras
para combatir al AfD. Y especialmente en este próximo año para respetar los
intereses de su socio bávaro, la CSU, que ha cedido aun más que la propia CDU
al partido derechista. Y tiene elecciones del estado de Baviera en 2018.
Algunos recordaban ayer que Franz Josef Strauss calificaba siempre de pesadilla
la mera perspectiva de perder sus abrumadoras mayorías absolutas. Con el 33% de
ayer nadie sabe cómo hubiera reaccionado. Horst Seehofer, jefe de la CSU,
calificó de agria decepción el resultado propio y el de Merkel. La CDU ha
perdido más votos a los liberales –1.300.000– que al AfD, con poco más de un
millón. Como la victoria de Merkel que podía servir de consuelo a los suyos se
había descontado, el trauma del resultado de ayer es profundo.
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