LA AMABLE TIRANA DEL CONSENSO
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Lunes, 04.09.17
El debate de ayer corría desde el principio el peligro de
sucumbir en un baile de buenas palabras
El problema de un debate entre los líderes de dos partidos
que han gobernado juntos ocho de los últimos doce años es evidente. Los
partidos, en este caso son los democristianos de CDU/CSU y los socialdemócratas
de SPD, tienen demasiados cadáveres en el armario común, demasiados errores y
fiascos, incluso desastres de graves consecuencias, que no se pueden reprochar
entre ellos. Por eso el debate de ayer corría desde un principio el peligro de
sucumbir en un baile de buenas palabras. Angela Merkel partía de su cómoda
superioridad de más de 15 puntos sobre un Martin Schulz que solo puede soñar
con quedar por encima del 25%, que permita aritméticamente un Frente Popular
del SPD con Verdes y neocomunistas de DieLinke.
Martin Schulz necesitaba quedar como claro vencedor para que
la sensación de derrota no se instalara en su partido de aquí al 24 de
septiembre. Pero Merkel es ya perfecta en su maña de amable devoradora de
argumentos ajenos. Y se merendó a un Martin Schulz acomplejado que al final no
era sino un esforzado imitador de la socialdemócrata perfecta que tenía
enfrente. Le fue imposible liberarse del abrazo estrangulador. Todo lo que
Schulz promete lo sabe hacer mejor ella. Las feroces palabras de sus mítines
quedaron en nada. Hasta se retractó de su afirmación de que «Merkel es un
peligro para la democracia» porque ha aniquilado la cultura del debate en
Alemania. Lo que es absolutamente cierto. Y quedó ayer dramáticamente
demostrado. El consenso socialdemócrata en Alemania, que simboliza la gran
coalición, hace imposible un debate político real sobre los problemas que
angustian a los alemanes. Dedicaron la mayor parte del debate a la inmigración
pese a que pretenden no es un problema más que administrativo. Relegaron Europa
y la economía a la cuestión real, histórica, de la inmigración. Para negarla.
Desde la soberbia socialdemócrata compartida repartieron críticas a Orban,
Erdogan, Trump, la extrema derecha y los yihadistas. Los malos están todos
fuera del bendito consenso en el que siempre gana Merkel.
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