PROSTITUCIÓN SEMÁNTICA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
11.08.17
Los juegos del PP con el concepto de Nación
LLEVAMOS dos días de los nervios algunos españoles porque en
pleno agosto nos ha arrebatado la última de nuestras certezas. Dice Andrea Levy,
la pensadora del Partido Popular, que en España hay naciones sin estado. Eso lo
ha dicho y aunque después ha querido dar por desmentidas mil cosas que no ha
dicho, esa que ha dicho no la desmiente. Afirma, muy cierto, que existe una
única nación, la española, pero añade sin despeinarse que dentro de la misma
existen naciones sin estado. Es decir, que ya ha llegado la joven por sí misma
al descubrimiento de Pedro Sánchez de la nación de naciones. El PP usa el
verano para acomodarse donde se había colocado el PSOE hace un año. Así, el
PSOE se podrá ir un poco más lejos en otoño. Siempre todos en el mismo camino,
en la misma dirección hacia la destrucción de la Nación española y la
deslegitimación de la Constitución. Sin dar jamás un paso atrás. Sin una enmienda.
Sin una mínima reflexión sobre la posibilidad de que las soluciones quizás
pudieran estar en la dirección contraria a una centrifugación de cuarenta años
cuyos resultados son palmariamente catastróficos y amenazan con llevarnos al
enfrentamiento civil a medio plazo.
Pues no. El PP, el último partido político que defiende o
defendía aún verbalmente la existencia de la Nación Española se lo está
replanteando. Dicen que no, pero saben que sí. Como siempre que el PP abandona
una posición en algo trascendental para España, lo hace emulando las más
perversas transformaciones del PSOE. Así ha sucedido con el terrorismo de ETA,
con la Memoria Histórica, con la ideología de género, con la política fiscal,
con la reforma constitucional y ahora con este comienzo de adaptación a la
demente y vacía posición del PSOE sobre la Nación. Que no soluciona nada y por
el contrario cede de nuevo posiciones al enemigo y debilita al Estado.
Inspirada como está en aquella felonía de «la nación discutida y discutible» de
Zapatero, ser lamentable y venenoso allá donde actúe.
Esta vez el PP parece tener prisa. Porque se le echa encima
el día 1 de octubre y ya está buscando acomodo para la situación que surja
cuando una nueva brutal afrenta y desafío al Estado de Derecho quede sin la
respuesta proporcional necesaria que exigiría la suspensión o radical revisión
de la autonomía. Cada vez son más los que creen que el Gobierno no se va a
atrever a tomar las medidas necesarias para frenar el golpe de estado, detener
a los culpables y restablecer el orden y la ley en Cataluña y toda España. Una
tarea histórica que habría sido más fácil antes, si algún líder pensante y
responsable hubiera puesto los intereses del Estado y de la Nación Española por
encima de sus mezquinos intereses de legislatura. Pero esa tarea histórica de
acabar con esta deriva suicida tendrá que hacerse más pronto que tarde. Si no
es ahora será más adelante con mayor coste. Cuarenta años ya atacan y agreden
los separatistas, con balas, odios y mentiras a la Nación española. Y les ha
cundido. Frente a ellos no hubo ni hay una defensa integral y coherente de
quienes juraron defender Constitución y Nación. No hay respuesta con músculo
moral ni proyecto nacional frente al inmoral y totalitario desafío. La
respuesta es una baba retórica, mezcla de pensamiento débil y miseria moral de
Pedro Sánchez o la chiripitifláutica «pensadora» del PP. Pero además de necedad
e impotencia hay bajeza: porque esta orgía de la prostitución semántica, este
alarde de contorsionismo verbal, pretende vaciar de significado todos los
conceptos para que los españoles acaben por no entender que se les está robando
la patria.
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