CHISTE Y DRAMA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo,
05.11.17
Una broma en conversación privada es patrimonio íntimo
TODAVÍA no me creo que el Ministerio del Interior vaya a
mostrar tanta obsequiosidad y falta de carácter ante presiones mediáticas de quienes
han jaleado los insultos y agresiones a miembros de la Policía Nacional y la
Guardia Civil en pasadas semanas. Pero aseguran que la dirección policial ha
abierto un expediente para «determinar responsabilidades» de tres jóvenes
policías que, en una conversación entre ellos, hicieron un comentario jocoso
sobre Oriol Junqueras. Estaban en las inmediaciones de la Audiencia Nacional
protegiendo la salida del garaje del que habrían de salir los furgones
celulares camino de la prisión de Estremera. Fue en una conversación privada
entre compañeros, que nadie oyó y que casualmente grabó una de las cámaras
instaladas allí para retransmitir dicha salida. «Al osito ya verás cómo lo van
a poner. Está llegando un osito a la cárcel». Y otro dice: «Hasta que lo pongan
a cuatro patas. Le arreglan el ojo».
Yo estuve allí esa tarde. Antes había estado enfrente con la
legión de periodistas catalanes, más consternados si cabe que los compañeros de
partido de los ya reos de rebelión, sedición, malversación, desobediencia y
demás. Políticos y periodistas catalanes se lamentaban del tropiezo de su
causa. Los semilloriqueantes Joan Tardá y Gabriel Rufián se abrazaban a otros
compañeros de aventura y de naufragio. Parecía un concurso de plañideras. La
pobre Marta Rovira ya solo llora y habla a un tiempo. Y no le sale bien ni lo
uno ni lo otro. Ni conmueve ni comunica. Esos comentarios sueltos de la
conversación particular de tres jóvenes policías los han utilizado algunos
medios en su pretensión de cimentar teorías sobre la hostilidad del Estado
hacia los políticos separatistas presos. ¿Y qué? La única respuesta posible es
el desprecio. Indigna la mera posibilidad del expediente. A miembros de un
cuerpo sometido a las más bárbaras agresiones, insultos y difamaciones por la
disuelta Generalidad y otros políticos rufianes. Los policías estuvieron
impecables. Nadie puede ser sancionado por una broma en una conversación
privada. Ni de broma.
Chistes sobre Junqueras, sobre el ridículo Carlos Puigdemont
y sus cómplices y corifeos comprados –¡qué risa las facturas de Julian Assange
y la catalanista Yoko Ono!– los hemos hecho ya casi todos los españoles. Las
redes rebosan chistes, bromas y vídeos de mofas con gracia y talento. Sobre
estos grandes estafadores y sus tropelías. Y ténganlo claro: acabamos de
empezar. El humor es el recurso del ciudadano de a pie para afrontar a diario
con cierta serenidad las insufribles ofensas y el daño sistemático a España de
esa tropa separatista ahora iracunda porque su delirante anhelo ha sido, de momento,
frustrado. Todo esto aun puede terminar en tragedia. Ellos se esfuerzan para
que así sea. Pero aun en sus mayores dramas nunca faltó ni faltará el humor en
esta sociedad decidida a no dejarse robar la patria, destruir la existencia ni
amargar la vida por los más confundidos, los más fanáticos, los peores de sus
compatriotas.
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