The Unending Gift

martes, noviembre 07, 2017

LA TRAMPOSA ES ELLA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Sábado, 04.11.17

La figura de Clinton se hunde cada vez más, mientras que a Trump nadie consigue arañarle

Nuevas graciosas carambolas en la vida política de Washington. Una vez más, las acusaciones de canalladas políticas que acaban siendo probadas no son las mil que se lanzan contra el presidente Donald Trump, sino las que manchan a su rival derrotada y humillada enemiga, Hillary Clinton. Nunca nadie con tantos apoyos perdió ante alguien con tantos enemigos. Clinton hizo además trampas. Las acusaciones contra ella llegan con pruebas. La perdedora se hunde. Paradójicamente. Porque nunca hubo una guerra tan masiva para destruir al ganador, al presidente de EE.UU., como con Trump. El poder económico, la izquierda, funcionarios y universitarios, artistas, intelectuales, legiones de ONG, movimientos de feministas, musulmanes y homosexuales y todos los poderosísimos medios, todos contra Donald Trump. Le han acusado de machista y acosador, de racista, especulador, violento, loco, mentiroso, ladrón, fracasado, rico, hasta de pobre y de espía ruso. Las mayores fortunas y las más poderosas organizaciones han conspirado en buscar lo que hubiera, real o inventado, para derrocar, desacreditar y destruir a Donald Trump. Todo el poder mediático de Occidente lleva dos años volcado en ello con gran celo, todos los recursos y ningún escrúpulo. No dejan de lanzar medias verdades y plenas mentiras que supuestamente probarían lo uno o lo otro, sobre todo su conexión clandestina con Rusia. Hasta ahora, que le afecte a él personalmente, no hay nada por aquí y nada por allá.

A Clinton, sin embargo, le crecen los enanos. Ahora la denuncia la expresidenta del Partido Demócrata, Donna Brazile, por haber comprado las primarias en el Partido Demócrata y haber estafado a Bernie Sanders. No es nuevo este hecho, sí los detalles que podrían incluir delitos. Su figura se hunde cada vez más, mientras a Trump, judicialmente, nadie consigue ni arañarle. Nadie pedirá perdón ni en EE.UU. ni en Europa por su apoyo a la siniestra figura. Porque hoy no hay que ser partidario de Trump para saber que Clinton es de los personajes más corruptos y falsarios del Washington de las pasadas décadas.

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