LLEGÓ LA VERDAD Y NO ARDIÓ EL MUNDO
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 09.12.17
Habían anunciado el infierno absoluto por culpa de Donald
Trump. Los medios de comunicación occidentales con más fuerza si cabe que los
más radicales islamistas entre los palestinos auguraban una terrible violencia
que poder achacar a la decisión del presidente de trasladar la embajada de
EE.UU. a Jerusalén. No ha sido así. Las protestas han sido menores y similares
a las que hay cada vez que hay algo que molesta a los dirigentes palestinos.
Por cualquier caricatura de Mahoma ha habido más violencia que por esta
decisión de Trump. En el resto del mundo musulmán la tranquilidad ha sido
general. Puede hablarse de indiferencia, al menos de momento y para terrible
frustración de los agoreros occidentales.
Los palestinos rechazaban ayer indignados la oferta de
Donald Trump de usar el momento para un nuevo impulso a la negociación para
buscar esa solución de dos estados. Dicen que EE.UU. ya no puede mediar y que
no habrá dos estados. Ya veremos. Deplorable es que cuando países árabes se
avienen a colaborar con Israel, los europeos no disuadan a los palestinos de
equivocarse. Con sus patológicos temores y su paralizante fobia al presidente
Trump los europeos solo ayudan al nuevo fracaso palestino. Estos no dejan de
equivocarse desde aquel 1947 cuando la ONU ofreció dos estados en Palestina,
los judíos cogieron el suyo y los palestinos lo rechazaron porque lo querían
todo. Siete décadas después, Israel es un vergel y un paraíso tecnológico,
industrial y empresarial, una próspera democracia con las libertades de las
sociedades europeas. Y los palestinos, engañados y maltratados por los árabes
durante décadas, se pudren en el odio, la corrupción y el atraso. Recapaciten.
El traslado de la embajada es lógico y valiente. Cumple la
ley, reafirma la verdad y liquida para siempre peligrosas quimeras sobre el
carácter efímero del Estado de Israel. Obedece a un acuerdo del Congreso de
EE.UU. de 1995, que los últimos cinco presidentes prometieron cumplir. Y
refleja el respeto que se debe al país anfitrión, Israel, que quiere las
embajadas en su capital como todos los países del mundo. Pronto va a tener la
primera. A EE.UU. seguirán otras. Es mentira que las posibilidades de un
acuerdo hayan empeorado un ápice por este hecho. Por el contrario, el
reconocimiento de la verdad que se ha impuesto, abre nuevas puertas.
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