MUCHO GRITO PERO TRUMP AVANZA
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 02.12.17
Ayer sus enemigos volvían a creer que, tras reconocer Flynn
haber mentido al FBI, pueden acabar con Trump
Washington es el escenario de guerra política más intenso
del globo desde que, algo más de un año, el candidato despreciado por todos los
sectores poderosos de Occidente cometió la infinita impertinencia de ganar las
elecciones. Desde entonces no hay un día en que los medios norteamericanos y
extranjeros no encuentren una nueva conspiración o causa artera para intentar
explicar aquella terrible anomalía. Ayer sus enemigos volvían a creer que, con
el reconocimiento del exasesor de Seguridad Michael Flynn de haber mentido al
FBI, tienen a su alcance el único punto real de la agenda que es acabar con
Trump por su supuesta connivencia con Rusia. Llevan así todo el año, fracaso
tras fracaso. Mientras, Donald Trump –paleto, ordinario, hortera, ignorante,
misógino, matón, racista y hasta «pobre» se incluye en la habitual batería de improperios
contra él– va cumpliendo una agenda que ya ha comenzado a transformar los
EE.UU. en profundidad.
Si no pudo tumbar el Obamacare en un primer intento, sí
parece tener mayoría para su reforma fiscal. Con tres ejes, creación de empleo,
crecimiento económico y relanzamiento de las economías familiares de bajo y
medio nivel de ingresos, la reforma baja, simplifica y deroga impuestos
personales y de sociedades. Es la reforma fiscal más profunda y liberalizadora
en muchas décadas. Y va en sentido radicalmente opuesto a la fiebre regulatoria
e impositiva de Barack Obama.
Inadvertido para muchos pasa el hecho que Trump ya es el
presidente que más jueces federales ha nombrado en su primer año y en su primer
mandato puede ya haber renovado centenares de jueces federales y lograr una
mayoría inamovible en el Tribunal Supremo. Para reformar hacia el sentido común
y el realismo gran parte de la legislación ideologizada e intervencionista de
pasadas décadas. Avanza una agenda conservadora que puede tener inmensas
consecuencias en la transformación cultural de EE.UU.. Esto tiene aterrorizados
a demócratas, demás izquierdistas y por supuesto al mundo mediático que de
momento ven en la «trama rusa» su única esperanza de evitar esa revolución
conservadora.
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