VIRTUDES IMPERECEDERAS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 20.01.18
La nueva mili tiene menos que ver con la defensa que con la
cohesión e integración social
El presidente francés, Emannuel Macron, ha confirmado el
restablecimiento del servicio militar obligatorio. Tal como afirmó ayer en la
base naval de Toulon, todos los jóvenes franceses tendrán que prestar un
«servicio nacional universal» que durará en principio un mes. Es una decisión
que será impopular en ciertos sectores de la juventud, pero que cuenta cada vez
con más partidarios en las sociedades desarrolladas occidentales. Suecia ya
anunció en 2017 que volvía al servicio militar obligatorio. Austria votaba en
referéndum mantenerlo. En Suiza nadie lo cuestiona.
Las causas son varias. Se frustraron las esperanzas de un
futuro sin amenazas que parecían una certeza en Europa tras el fin de la Guerra
Fría. Las tensiones militares no han desaparecido, sino que aumentan. Y los
interrogantes sobre la seguridad interna se han intensificado con las crisis de
refugiados, el terrorismo, las guerras próximas y las tensiones con Rusia. La
cohesión interna está amenazada por un multiculturalismo de guetos y
comunidades tribales urbanas. La nueva mili tiene menos que ver con la defensa
militar que con la cohesión e integración social, la capacidad de reacción ante
ataques, catástrofes y emergencias, la formación en el servicio, la
responsabilidad ciudadana y la formación del carácter del individuo. Y con el
sentido de pertenencia al país y nación de origen o acogida.
Nadie pretende que los reclutas aprendan técnica de combate.
Con las armas modernas y la tecnología eso no es posible. Pero suplirán en
servicios a un ejército profesional cada vez más especializado. Otros países
imitarán a Suecia y Francia. Para España sería una bendita revolución que
alguien tuviera el valor de revertir aquella malhadada decisión de Aznar de
acabar con la mili. Para que convivencia, compromiso y servicio común hagan
entender a los españoles todo lo que tienen en común en pasado, presente y
futuro. A medio siglo de 1968, tras 50 años de culto a los derechos
individuales y desprestigio de la milicia, del compromiso y del deber, la
necesidad de los tiempos modernos promueve virtudes antiguas. E imperecederas.
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