LA CARA AMABLE DE LA FELONÍA
Por HERMANN TERTSCH
ABC
Viernes, 06.04.18
La cárcel para Lula es otra señal del naufragio de la
multinacional del negocio comunista
EL expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva va a
ingresar en prisión en los próximos días a cumplir una pena de 12 años por
corrupción. El Tribunal Supremo federal le denegó por 6 votos a 5 el recurso
que podía evitarlo. Y ahí lo tienen. El otrora todopoderoso Lula, gran campeón
del izquierdismo de la sonrisa que hacía ignorar con buenos gestos y simpatía
sus inmensos favores a los movimientos totalitarios en el subcontinente, cae
estrepitosamente. Lo hace la cara amable de 25 años de un socialismo
iberoamericano cuyas peores depravaciones han generado la miseria infinita de
Venezuela. Intacto sigue el régimen comunista de Cuba como centro de mando de
ese inmenso entramado multinacional del negocio ideológico, del crimen
revolucionario y del narcotráfico que es el Foro de Sao Paulo. Este fue creado
en 1990 cuando en pleno naufragio y disolución de la Unión Soviética, el
movimiento comunista internacional deja de tener en Moscú a su referente,
centro de mando y financiador de los partidos diversos de la izquierda y de las
organizaciones y bandas de guerrilleros/terroristas en Iberoamérica.
El Foro de Sao Paulo se creó a iniciativa del Partido de los
Trabajadores de Brasil del siempre sonriente Lula. El único miembro fundador
del mismo que estaba en el poder entonces era el Partido Comunista Cubano. Tres
lustros después, el Foro contaba con más de una docena de gobiernos en lo que
era el auge máximo del socialismo del siglo XXI gracias al dinero del petróleo
de Venezuela que repartía Hugo Chávez, la cocaína que comercializaron las FARC
y los regímenes bolivarianos y los negocios legales por todo el mundo y también
ya con Irán. Es muy cierto que Lula jamás se dejó llevar por la retórica
antioccidental como todos sus socios, desde Chavez y Maduro a Correa y Morales
o Bachelet, Ortega, Mujica o los Kirchner. Lula, ya por talante personal, no fue
nunca de los líderes matones. Ni destruyó su economía como hicieron otros en el
continente. Por eso la inmensa labor modernizadora de su antecesor Fernando
Henrique Cardoso siguió dando frutos aunque los tentáculos de las fuerzas
comunistas del Partido de los Trabajadores no dejaran de actuar.
Pero Lula no va a la cárcel como iniciador de ese foco del
crimen ideológico que es el Foro de Sao Paulo que ha devastado durante lustros
la región y causado océanos de miseria y dolor. Va por unos casos de corrupción
y enriquecimiento personal menor. Imaginen cómo ha sentado la condena a Lula a
un Nicolás Maduro que tiene así otros cien mil motivos para no dormir. El
carnicero de Caracas puso de inmediato un tuit lamentando la perversión de la
derecha: «No solo Brasil, el mundo entero te abraza @LulapeloBrasil. Duele el
alma esta injusticia. La derecha, ante su incapacidad de ganar
democráticamente, eligió el camino judicial para amedrentar a las fuerzas
populares. Más temprano que tarde vencerá la Patria Grande. #LulaValeALuta»,
concluía el tuit de Maduro. Se equivoca Maduro. Todo va en dirección contraria
a sus apetencias. Que la democracia funcione en Brasil es una buena noticia
para todos menos para gentes como él. En Colombia, sus amigos y socios en el
Foro de Sao Paulo y en el narcoterrorismo van muy mal de cara a las elecciones.
En otros países de la región sus amigos pierden posiciones sin parar. Y en
EE.UU. aparece el nuevo secretario de Estado, Mike Pompeo. Como dejen un poco
en paz a Trump de tanta lata con las meretrices y los rusos lo mismo se decide
con Pompeo a afrontar las dos gravísimas anomalías, los mayores obstáculos para
la libertad y seguridad en Iberoamérica, que son Cuba y su colonia Venezuela.
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