AUTO DE FE CONTRA ORBAN
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 11.09.18
El húngaro es referente de la temida nueva derecha
HOY comienza en el Parlamento Europeo un espectáculo que
revelará la inmensa hipocresía que se gasta en la Unión Europea. Hoy se prepara
una especie de auto de fe socialdemócrata contra un país que se niega, con el
apoyo rotundo y expreso de su población, a tragar ruedas de molino del acervo
cultural izquierdista y neomarxista. Y que está decidido a defender su
identidad y cohesión nacional. Porque hoy comienza un debate sobre un informe
que pretende quitar el voto en el Consejo a Hungría por atentar supuestamente
contra principios de la UE. Las acusaciones son ideológicas y jurídicamente
vagas, preparadas por la izquierda del parlamento europeo en este acoso que es
el intento de aplicar el artículo 7 del Tratado de la Unión porque no les gusta
la política de Orban.
Enfrente tendrán a la bestia negra de la socialdemocracia de
todos los colores que es el jefe de Gobierno de Hungría, Victor Orban. Que dirá
que él cumple con sus obligaciones legales y por lo demás hace política para
los húngaros y no a la extrema izquierda occidental. Rechazará la acusación tan
manida de racismo. Contra los gitanos y, más ridícula, contra los judíos, que cada
vez son más en Budapest, donde se mueven con sus signos externos como la kipá,
lo que no pueden en Berlín o París, tomados por musulmanes. Dirá que Hungría no
tiene ni quiere la «multiculturalidad» de dichos barrios franceses, británicos
y alemanes. Ni aceptará oleadas de inmigrantes ni refugiados musulmanes para
que dinamiten seguridad, democracia y libertades en barrios y ciudades. Hungría
se niega a fomentar la homosexualidad y la transexualidad en los colegios y
jardines de infancia. Y se niega y negará, y ahí les duele mucho, a aceptar que
un multimillonario extranjero como George Soros, por mucho origen húngaro que
tenga, dicte gracias a su dinero y a las miríadas de ONG y voluntades compradas
imponga allí su doctrina mundialista y antinacional. Ese Soros, al que recibió
Pedro Sánchez en Moncloa antes que a ningún mandatario democrático, financia
ONGs para inundar Europa de africanos, fomentar el separatismo catalán,
combatir a organizaciones cristianas e inocular neomarxismo en colegios y
cultura. No solo en Hungría sino en todos los estados nacionales. La izquierda
asustada por su declive y por el auge de la nueva derecha se abraza
incomprensiblemente a Soros.
El auto de fe contra Orban es reflejo del pánico general
ante el empuje de una nueva derecha en Europa, esa que llaman ultraderechista o
populista. A Orban lo odia una izquierda que es sistemáticamente humillada en
las elecciones húngaras. Y a Orban no saben si temerle u odiarle esos partidos
que llevan muchas décadas recabando los votos de la derecha para hacer política
intercambiable con la izquierda. Esos partidos son los que han impedido que
existieran alternativas reales a la política sometida a la hegemonía cultural
de la izquierda en el continente. Saben del atractivo de que goza Orban en
muchos países europeos, precisamente porque hace política de derechas y no
rehuye sino busca y gana una y otra vez la batalla ideológica contra la
izquierda. Y saben muy bien que ese atractivo también se da en el seno de sus
propios partidos. El Partido Popular Europeo no tenía ayer una posición tomada
ante una eventual votación mañana en el parlamento. Puede que castiguen a
Hungría sin voto y puede que echen a Fidesz del PPE. Lo que no podrán impedir
es que el fracaso de la socialdemocracia de izquierda se convierta también en
el fracaso de la socialdemocracia de derecha. Ni que los europeos conozcan y
cada vez más de ellos prefieran una opción electoral como la del demonizado
líder húngaro.
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