EL LUXEMBURGUÉS NERVIOSO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 15.09.18
En Europa hay ya dos posiciones muy definidas para afrontar
la inmigración masiva. Son además dos posiciones cada vez más irreconciliables.
Ayer en Viena, en una conferencia de ministros del Interior de la UE sobre
inmigración de Africa, casi llegan a las manos los ministros de Italia, Matteo
Salvini y de Luxemburgo, Jean Asselborn. Este mandó literalmente «a la mierda»
a Salvini que se había burlado de la intervención de un político socialista del
opulento Luxemburgo, muy habituado él a dar clases de moral y generosidad a los
países que sufren de verdad el flagelo de la inmigración ilegal. Cuando
Asselborn dijo que Europa necesita inmigración, Salvini respondió que en Italia
han decidido que quieren tener hijos y no esclavos, en alusión a Luxemburgo y
su mano de obra barata. Y guste o no a Salvini, ese es el debate.
Todos están muy nerviosos porque cada vez son más los
europeos que han dejado de resignarse a que Europa desaparezca convertida en un
barrio multicultural de salarios bajos para unas elites muy multiculturales
pero que solo viven entre ellos. En la derecha europea ha estallado la guerra
entre esas dos posiciones. Los que comparten con la izquierda la lógica, real
hace medio siglo pero falaz hoy, de fomentar inmigración con una integración
que no existe, combaten a la nueva derecha. Que quiere una Europa que controle
sus puertas, exija sometimiento a la ley o repatriación para una Europa en la
que el legado europeo, la soberanía nacional y la sociedad abierta sea
defendidos.
Con natalidad y fronteras, como dice el demonizado Viktor
Orban que en Hungría ya ha logrado invertir la tendencia de la natalidad. Si en
algunos países hacen falta inmigrantes, deberán ser legales y elegidos.
Nadie duda ya seriamente de que la inmigración es «la madre
de todos nuestros problemas», en frase feliz del ministro del Interior alemán,
Horst Seehofer. Y que es la amenaza mayor a la libertad, seguridad y bienestar.
Es este fenómeno el que ha puesto en marcha la gran transformación ideológica
en Europa que apunta al fin de la socialdemocracia como sistema único europeo.
De ahí el pánico y los nervios.
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