LA PRIMAVERA QUE NUNCA EXISTIÓ
Por HERMANN TERTSCH
ABC Miércoles, 22.08.18
Ha pasado medio siglo de aquel sueño que se desvaneció. Y
que tantos han pretendido mantener vivo como el enésimo señuelo para una nueva
edición del engaño. Querían construir un «socialismo con rostro humano»
–«socialismus s lidskou tvárí»– y ya entonces estaba claro que ese socialismo
no existe. En cuanto el rostro era humano de verdad y demandaba libertades y
derechos individuales, se volvía contra el socialismo y se convertía en un
movimiento anticomunista. Exigía soberanía nacional y desafiaba a la hegemonía
soviética. En eso tenía toda la razón Moscú. Como en 1953 Berlín este, en 1956
Hungría y Polonia, Checoslovaquia intentó la cuadratura del círculo y en siete
meses reveló su fracaso. El 5 de enero de 1968, en el Congreso del Partido
Comunista, Alexander Dubcek había logrado hacerse con la dirección y lanzó un
proyecto reformista liberalizador. No eran nuevos estos intentos de apertura en
el bloque soviético. La creatividad y la frescura cultural e iniciativa popular
en aquellos meses en que se volvió a creer que la libertad era posible se
generaron inmensas ilusiones.
EFE
Una mujer sostiene ayer en la capital checa una portada,
en la conmemoración del 50 aniversario de la Primavera de Praga
En la propia Checoslovaquia tras un estalinismo
especialmente canalla y humillante en el régimen comunista europeo más
occidental y desarrollado. También en los otros países del Pacto de Varsovia
donde se disipaba el efecto paralizante del terror por el aplastamiento del
levantamiento húngaro. En Occidente veían aquellas reformas como un bienvenido
pulso y desafío a Breznev llegado al poder en 1964. En agosto dejó claro que su
doctrina reafirmaba la limitación de la soberanía de sus aliados. Los fracasos
rotundos de la revuelta estudiantil de 1968 en París, Fráncfort y otras
ciudades occidentales y de la Primavera de Praga no supusieron, en contra de
toda lógica, el final definitivo de los intentos de construir el socialismo.
Esos que hoy continúan cien años y cien millones de muertos después de comenzar
en octubre de 1917. El engaño colectivo también en las democracias permitió que
siguiera viva esa llama tóxica de un proyecto criminal y totalitario. Lo que
explica que en cada generación haya un número determinado de gentes que creen
que el socialismo fracasó con sus millones de asesinatos e infinita miseria y
hambre solo porque no estaban ellos para aplicarlo correctamente. Y que ahora
sí, en su intento se conseguirá. Así han ido creciendo las montañas de
cadáveres que se elevan hacia el cielo.
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