DE MÜNZENBERG A ARGENTO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Jueves, 23.08.18
Cientos de batallones lanzados hoy contra la sociedad libre
LA actriz y directora italiana Asia Argento es portavoz de
MeToo, una de esas asociaciones, organizaciones y movimientos que hoy
proliferan y cuyo objeto social fundamental, vamos a ser francos, con perdón,
es la intimidación y el acoso. Desde la más obscena hipocresía como acaba de
demostrar la propia Argento, la campeona contra el abuso machista abusadora de
menores. Muchas de estas asociaciones con sus bondadosos lemas y motivaciones
humanistas tienen doble agenda. Porque su fin último es doblegar las
resistencias de las sociedades libres a la imposición de unos postulados
ideológicos totalitarios. Que son los mismos que se intentó imponer por la
fuerza en el siglo XX. En experimentos y alardes de ingeniería social que
naufragaron sin excepción en mares de sangre, miseria y dolor. Estas
asociaciones parecen modernas. Hay montones de ellas en todo Occidente. La idea
sin embargo es añeja. Su origen se remonta a aquellas asociaciones fantasmales
que fundaba de incógnito el genial Willi Münzenberg con dinero que recibía de
Moscú para apoyar en Occidente a la Revolución Bolchevique y después a Stalin.
Entonces esos «lobbies» revolucionarios, grupos de presión, agitación y
propaganda, se llamaban «Intelectuales por la justicia», «Abogados por la
distensión», «Biólogos por la paz», «Amistad antifascista», «Madres contra el
militarismo» etc. Reclaman tanta autoridad moral que aquél que ose criticarles,
cuestionar su labor o intenciones, evidencia un carácter criminal y fascista.
Quien criticaba a la Asociación de Intelectuales
Antifascistas por ser una organización comunista al servicio de la policía
política soviética NKVD, era tachado de fascista. Y podía desaparecer en el
Gulag para siempre. Hoy es un hijo de perra y un violador en potencia quien no
aplauda a MeToo. Y lo dicen medios supuestamente serios. Quien no ayude es
sospechoso de mala persona. Aunque utilicen la violencia, violen la ley, abusen
de otros. La autoridad moral de la izquierda no es cuestionada. Muchas son las
que se conocen por Organizaciones No Gubernamentales ONG, nombre hipócrita para
organizaciones que viven precisamente del dinero del erario que facilitan gobiernos
nacionales, regionales y locales y partidos. Todos lo hacen para quedar bien
con los medios de comunicación, los grandes aliados de este inmenso negocio de
ciertas ONG que es además hoy la maquinaria de agitación y propaganda más
eficaz de la extrema izquierda en el mundo.
El victimismo es un arma favorita y capital en esta guerra
cultural que muchos defensores de la democracia y la libertad aun no han
entendido. Todos los grupos que forman los batallones del neomarxismo en esta
guerra de asalto contra la democracia dicen haber sido maltratados. Por algún
hombre, un colonialista, un fascista, un blanco supremacista, un militar o
empresario, por las circunstancias, la sociedad, por la historia o el
capitalismo, por el heteropatriarcado, por los curas, por Franco, por Weinstein
o por Trump.
Claro que hay ONG que hacen una gran labor de ayuda a los
más necesitados en todo el mundo con aportaciones privadas. Pero las grandes
que aparecen a diario en los medios para imponer, con el victimismo del falso
refugiado, la violación sistemática de las fronteras y la soberanía de las
naciones europeas son agentes políticos privilegiados del gran proyecto
neomarxista, volcado en la intimidación de la población occidental y su
identidad histórica. Para consumar el asalto multicultural con la liquidación
de los estados nacionales y el fin de la sociedad abierta y democrática. El
objetivo es la destrucción del demos, del sujeto de la soberanía y de la
identidad nacional, el único garante de la libertad. El multiculturalismo, ya
avisó Giovanni Sartori hace 30 años, dinamita la democracia y acaba con la
razón y la libertad. Estamos de nuevo en plena revolución cultural y muchos no
se enteran.
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