LO PEOR
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo,
30.09.18
Hacia el enfrentamiento civil, no solo en Cataluña
PEDRO Sánchez ha vuelto ya de ese viaje que se montó para
conocer mundo con su mujer. Que nunca se sabe lo que va a durar esto. Volvió
porque no tuvo la ocurrencia de irse con doña Begoña a un concierto de Beyoncé
en Japón. «Ya que estamos aquí al lado». No habría sido razón de menos peso que
la que le llevó, tras la visita blandita a Justin Trudeau y su torpe letanía
ante la Asamblea General de la ONU, a un largo salto hasta California con la
agenda propia de un secretario de Estado belga. Con viajes tan relajados,
parecería que, en el país cuyo Gobierno preside, la vida política languideciera
dulcemente como en una amable Suiza. Y no es así. Porque en España arrecian las
voces que dicen que Sánchez no puede gobernar en estas circunstancias. Que
tiene que convocar elecciones generales de inmediato. Porque hay retos a la
nación que no puede asumir. No entenderlo tendría consecuencias lamentables en
lo político y económico pero trágicas en lo humano. Sánchez ya habrá visto las
imágenes de separatistas convertidos en un brutal somatén urbano que acosa y
agrede por las calles a policías y guardias civiles desarmados que defendían
sus derechos laborales. Cuando intervinieron finalmente los Mozos la tragedia
parecía ya inminente.
Sánchez debe irse ya. Las razones no son menores. Su
Gobierno arde por los cuatro costados. Con una ministra que hace méritos en
lenguaje de la mafia y elogia delitos para mayor gloria del chantaje. Con un
ministro en la luna que hace todo lo que Sánchez dijo que jamás toleraría. Con
una vicepresidenta sumida en delirios totalitarios chavistas tal como su
portavoz y ministra de Educación, que pretende que la mejor forma de defender la
democracia es acabar con la crítica a este Gobierno. Lo peor no es que su
gobierno se descomponga por falta de toda calidad y virtud salvo la
perseverancia. Ni siquiera es lo peor que ya emule a sus aliados comunistas,
separatistas y golpistas y no tenga escrúpulo en tratar a todo discrepante como
enemigo.
Lo peor es que en España hemos llegado a las manos. Quienes
hace más de una década avisamos de que íbamos hacia ello fuimos el hazmerreír
de muchos. La culpa no es de Sánchez. No de forma principal. A sus dos últimos
antecesores en el cargo les perseguirá siempre la culpa histórica de que España
esté al borde del derramamiento de sangre entre españoles. En la transición se
hicieron milagros por evitar llegar a esto. Se logró y lo aplaudió el mundo. Pero
Zapatero impuso la revancha en toda la izquierda y Rajoy no la impidió. Y ahora
estamos donde no queríamos. Cataluña se desliza hacia el enfrentamiento civil
violento. Es una dictadura irredenta ya que aplasta a los españoles que exigen
sus derechos y libertad. La supuesta paz solo se basa en el sometimiento y el
silencio de la mayoría. Y eso se ha acabado. Pronto podemos tener las primeras
esquelas. Sin un urgente restablecimiento de la ley en toda España, se masca la
tragedia.
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