LA LEY FRENTE A LA TURBA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo,
07.10.18
La confirmación del juez Kavanaugh es una gesta de Trump y
de la libertad
WASHINGTON fue ayer escenario de la triunfal conclusión de
una inmensa gesta de la dignidad de las instituciones, del Estado de Derecho y
del imperio de la ley frente al acoso ideológico, la mentira oportunista y la
arbitrariedad con intencionalidad política. Al final, el nombramiento del juez
Brett Kavanaugh como miembro del Tribunal Supremo de EE.UU. era una cuestión de
principios. Sus enemigos no han podido dañar su soberbia trayectoria pese a una
inaudita campaña de acusaciones personales sin pruebas. Cumplido el
procedimiento, rebatidas las acusaciones, Kavanaugh jurará y ocupará su nuevo
cargo. Un triunfo más de ese sistema colosal de equilibrio y sabiduría en la
separación de poderes. Sucede tras meses de un proceso de escrutinio exhaustivo
sobre este nuevo miembro vitalicio del máximo órgano de jurisprudencia. Tras
una brutal lucha en los medios. Jurisprudencia altamente ideológica como la
propia ley del aborto se verá ahora con otras mayorías en la Corte Suprema.
Porque casualidad, fatalidad o providencia, que dirán unos u
otros, han convertido el primer mandato de Donald Trump en momento de gran
movimiento de los órganos judiciales federales. En el Supremo, Trump ha
renovado ya dos puestos de los nueve existentes, incluido el presidente. Dos
jueces de claro signo conservador le dan un giro para décadas al Supremo hacia
una judicatura de escrúpulo en el respeto a la ley en su letra y espíritu.
Frente a los jueces que interpretan las leyes con intencionalidad política y
sociológica en sus sentencias. Ganan los que creen en la ley como referente
firme y estático y pierden los que entienden las leyes como referencias
dinámicas interpretables mediante las sentencias para influir en el desarrollo
de la sociedad en el llamado sentido «progresista» o de izquierdas. Esta última
forma de entender la ley como un arma para «transformar la sociedad», dominante
en países europeos con resultados catastróficos, sufre un histórico revés con
los dos nuevos jueces del Supremo elegidos por Trump. Antes de llegar a la
mitad de su primer mandato, Trump ha marcado ya para décadas la batalla
cultural e ideológica en EE.UU. y el mundo. Es un golpe letal para la justicia
política, tan de moda en España. Un triunfo de la ley y la libertad.
Todos eran conscientes de la inmensa trascendencia. De ahí
que el Partido Demócrata y sus secuaces del izquierdismo multicultural,
feminista y demás llegaran a los niveles de violencia, mentira, acoso y
abyección a los que ha llegado. Con una campaña de vileza inaudita y violencia
intimidatoria contra senadores y sus familias, han intentado quebrar voluntades
para impedir al juez Kavanaugh. No lo han logrado. EE.UU. vuelve a dar un
ejemplo de dignidad y firmeza de la ley frente a la turba ideológica y la
presión política. Cuando en España, minorías comunistas y separatistas dictan
el comportamiento al Gobierno y exigen comportamientos al margen de la ley, por
criterios ideológicos y políticos, hay que ver lo que pasa en EE.UU. con
redoblada envidia.
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