The Unending Gift

domingo, noviembre 11, 2018

EFEMÉRIDES Y CONSENSO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Domingo, 11.11.18

La izquierda intenta mantener la hegemonía sobre el pasado

EL juego de las fechas es lo que tiene. En Europa hace demasiados años que pasan cosas a recordar y olvidar. No hay fechas inequívocamente «blancas». Hay sombras para todos y cada uno de los días del calendario. Se quiso convertir el 9 de noviembre, día en que caía el Muro de Berlín en 1989, en fecha para evocar el triunfo de la libertad que fue la derrota del comunismo. Pero un 9 de noviembre, en 1918, caía el imperio alemán, el Kaiser abdicaba y los comunistas alemanes implantaban el segundo estado soviético tras Rusia. Pero el 9 de noviembre tiene otra efemérides que lo ensombrece definitivamente, la Noche de los Cristales Rotos, en 1938, cuando el nacionalsocialismo alemán dio en su persecución de los judíos el salto al pogromo general, escala hacia el Holocausto. Hacía cuatro años el régimen hitleriano había aprobado las leyes de Nuremberg que despojaban a los judíos de derechos. Y sin embargo, dos años después de aquellas leyes inhumanas, democracias y dictaduras, intelectuales y gobernantes, se dieron cita en Berlín en los Juegos Olímpicos de 1936 en la inmensa exaltación del Führer, y todos los medios y visitantes cantaron las bondades y logros del nazismo.
Pero el 9 de noviembre de 1989, más allá de su significado como fin de la división alemana tras 1945, rápidamente se ha reconvertirlo en un «reencuentro entre alemanes» y hasta se intenta pervertirlo como fiesta «contra las fronteras y muros» en ataque a fronteras legítimas, ya sean de Trump o de Orban. Para despojarlo cada vez más de su carácter simbólico de la derrota del comunismo. Y es que las fuerzas dominantes en Europa se consideran otra vez mucho menos «anticomunistas» que «antifascistas». Los comunistas son solo compañeros que erraron en los métodos pero no en sus nobles fines que el sistema socialdemócrata comparte en su misión igualitaria y colectivista. Ahí tienen a Jean Claude Juncker que inaugura una estatua a Marx en Tréveris y pretende que su pensamiento es ajeno a la barbarie criminal desatada en su nombre. Con más de cien millones de asesinados en cien años. En el Parlamento Europeo, comunistas que defienden dictaduras asesinas y quieren destruir el orden democrático son tratados con exquisita atención. Mientras se margina y difama a una derecha democrática, solo por reclamar derechos para nación, individuo y conciencia. La socialdemocracia no se ve amenazada por los comunistas, sino por esa derecha que ha roto con el consenso socialdemócrata. Ese consenso perverso que ha llevado a partidos conservadores a compartir fines con la izquierda y acatar criterios neomarxistas de dominación, experimentación y control social. Fue ese consenso el que estranguló la Declaración de Praga lograda por Vaclav Havel que exige equiparación entre nazismo y comunismo. Es ese consenso el que impide se imponga el 23 de agosto, aniversario del Pacto Hitler-Stalin, como día de las víctimas del comunismo y el fascismo. Ese consenso ha quebrado. La libertad gana espacio. De ahí tanta alarma.

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