EL NOBEL A LA GUERRA
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 15.06.13
La sugerencia de intervención de EE.UU. en la guerra siria
parece un intento de quitar portadas al filtrador Snowden
Si el Nobel de Literatura jamás se concede a una joven
promesa de la escritura, el de la Paz tampoco se debería conceder por el
pálpito que despierte un supuesto bienintencionado. Así se habría evitado el
Comité Nobel Noruego el bochorno de ver cómo su premiado Barack Obama se va a
una guerra. O peor aún, de ver como su premiado utiliza una guerra, contra la
que nada ha emprendido en dos años, para distraer la atención de muchos
problemas en la política interna por abusos propios y la gran decepción que ello
ha generado. El uso de armas químicas en Siria por parte de Assad estaba
confirmado. Si Washington no lo había hecho antes es porque el recurso a esas
armas era la línea roja marcada por Obama que, de ser traspasada por Assad,
provocaría una intervención norteamericana en aquella guerra. Reconocer el uso
de las mismas obliga a Washington a actuar. En una guerra que ahora el ejército
del presidente va ganando claramente, gracias a la masiva ayuda exterior de
Rusia, de Irán y de fuerzas chiíes libanesas de Hizbullah. Y en la que Obama no
tiene ni mucho menos claro cómo implicarse.
El súbito activismo de la Administración Obama tras dos años
de pasividad puede deberse a que tiene información de que Assad podría estar
cerca de victorias decisivas. Pero también a que tiene en casa el escándalo
mayúsculo del espionaje masivo a ciudadanos con las filtraciones sobre control
informático de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA). Que se suma a los casos
de espionaje a periodistas, acoso a la oposición con la agencia tributaria o
desinformación en el caso de la muerte del embajador norteamericano en Bengasi.
Si se limita ahora a suministrar armas a los rebeldes
posiblemente llegue tarde. Porque tras años de inacción y abandono de posibles
simpatizantes, las principales fuerzas rebeldes son tan enemigas de Occidente
como Assad. Las sugerencias de intervención directa de EE.UU., en todo caso, sí
que parecen poco más que intentos de quitarle portadas al joven filtrador de la
NSA, Snowden.
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