The Unending Gift

viernes, junio 14, 2013

MIEDO A LOS JUECES

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 14.06.13

NO me extraña nada que los jueces se hayan enfadado con el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón. Este ministro tiene esa especie de penetrante complejo de niño prodigio que, a partir de la pubertad comienza a llamarse soberbia y ya en la vida adulta adopta nombres aún menos piadosos. Por algo tiene don Alberto fama de convertir toda su incapacidad para formar equipos de confianza en puro virtuosismo para crear consensos en contra de su persona. En el mundo de la Justicia ha logrado ahora con especial brillantez agraviar por igual a todos los sectores del mismo. Ha puesto de acuerdo a jueces carcas, jueces frikis, jueces rojos, jueces antisistema y jueces razonables, que dicen que también los hay. Y con ellos a fiscales, abogados, secretarios, agentes, auxiliares, procuradores y demás. Todos están, por primera vez que se recuerde, unidos en perfecta armonía en contra del ministro. Puede que esto tenga algo que ver con esa manía de Gallardón de creer que consultar al prójimo sólo puede distraerle de sus brillantísimas ideas.
Dicho esto, no está nada claro que el atasco en la reforma judicial, que había anunciado Ruiz Gallardón y que había llevado a muchos a albergar grandes esperanzas, haya quedado varada por culpa del ministro. Porque ya hemos dicho que defectos tiene algunos, pero no están entre ellos ni el miedo al conflicto ni la falta de coraje. Ya sólo cabe constatar que es una perfecta desgracia que Ruiz Gallardón haya quedado paralizado por las marejadas de hostilidades y la negativa de su jefe a secundarle en la reforma prevista. Porque somos muchos los españoles que consideramos ya la justicia como el principal problema de los españoles y dentro de la justicia, a los propios jueces como un factor de inestabilidad, de inseguridad jurídica y de miedo.
Baltasar Garzón demostró lo peligroso que es alguien lanzado con los poderes de la magistratura a la conquista de sus objetivos y satisfacción de sus pasiones. Pero desde su expulsión de la carrera no faltan sobresaltos de sus excolegas. Con autos y sentencias con pretensiones literarias y moralizantes. Y proclamaciones políticas, económicas, e históricas que producen estupefacción. El juez que se enzarza con Blesa nos habla de tsunamis, tumbonas y costumbres inversoras. El voto particular en contra de la condena al exmilitar Martínez Inglés por graves injurias a la Corona, hace insólitas disquisiciones políticas e históricas. Como si los firmantes no tuvieran el deber de aplicar las leyes, sino la obligación de proponer leyes mejores, dar consejos morales, llamar a salvar la democracia o explicarnos el mundo. A muchos nos asustan estos jueces con tanta vida interior e ideas para asumir deberes del Parlamento. Tan volcados en consejos políticos que parecen despreciar las leyes existentes, convencidos de que ellos las harían mejores. Da auténtico miedo el vídeo de Jueces para la Democracia en el que, para atacar al ministro de Justicia, arremeten contra el Gobierno legal como contra un enemigo que hay que batir como encarnación del mal absoluto. La hostilidad y descalificación de la política del Gobierno, en cuestiones que nada tienen que ver con la justicia, es propia de la agitación más sectaria de lo peor de la extrema izquierda. Miedo da pensar en que un juez de esa corriente tenga que decidir sobre la libertad y la hacienda de un defensor reconocido de este gobierno tan maligno. La parcialidad y agresividad con la que estos jueces descalifican a todos los que no piensan como ellos, recuerdan a las virulentas lecciones que daban los peores jueces y fiscales totalitarios de la historia del siglo XX antes de pronunciar sus terribles e injustas sentencias.


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