EL SABIO DE TUBINGA
Por HERMANN
TERTSCH
ABC
Miércoles, 12.06.13
WALTER JENS
(1923-2013)
UN sabio clásico, un
erudito alemán, un genio de la elocuencia, un virtuoso de la comunicación, un
creyente en crisis perpetua, un irritante pacifista omnipresente, un moralista
impenitente. Todo esto y mucho más ha sido Walter Jens a lo largo de sus
noventa años de vida. Casi todo ello lo fue al mismo tiempo. Y lo fue todo con
una pasión y vocación de transmisión y generosidad que muy pronto llevaron al
brillante filólogo a trascender de los ámbitos académicos para convertirse en
un referente cultural, intelectual y moral en toda la República Federal de
Alemania. En los años del milagro económico en que los alemanes estaban
absorbidos por la tarea de reconstrucción de una patria que surgía de las
ruinas, Jens fue uno de los más activos suministradores del «alimento
espiritual», que evitara la obsesión por el trabajo, la prosperidad y el
dinero, pero además prosiguiera la «desnazificación de las almas». Desde las
letras, las artes, la filosofía y la misma religión, desde la participación y
el fomento del coraje cívico, fue Jens uno de los principales autores de esa «
reeducación » de una sociedad alemana todavía brutalmente lastrada por los
crímenes del nazismo, por la educación hitleriana y por las monstruosidades de
la guerra y la posguerra. Como ha dicho la canciller Angela Merkel: «Su voz
marcó la línea durante décadas en todos los grandes debates políticos de
nuestro país».
Y cómo era aquella
voz. En los últimos años había enmudecido por una demencia senil este hombre
que llevó la palabra hablada alemana a su máxima gloria expresiva. Sus lecturas
y oratorias eran clases magistrales nunca superadas. Con textos de clásicos
griegos o un Lessing igual que un Brecht, sus grabaciones son joyas que le
sobreviven. Tan cómodo en la filología clásica como en la literatura o la
teología, Walter Jens era el ideal del orador que habría deseado uno de sus
favoritos, Quintiliano, autor de «La formación de un orador». Había nacido Jens
en Hamburgo. Pero muy pronto, ya como estudiante y pronto como uno de los más
jóvenes y brillantes profesores de Alemania, su vida se centró en la bellísima
ciudad universitaria de Tubinga en Suabia donde ha muerto ahora. Allí, en la
célebre universidad de Hölderlin, de Hegel y de Schelling, Walter Jens fue el
gigante de la erudición en honor del cual ya en 1963 se creó el primer y único
seminario de retórica de las universidades alemanas. Vivió en aquella ciudad
universitaria y medieval en tiempos tempestuosos cuando se convirtió en uno de
los santuarios más radicales del movimiento de 1968 después del embrión del
terrorismo que ensangrentaría Alemania en los años setenta. No siempre estuvo
clara ni fue afortunada la opción de Jens en ese afán tan propio del moralista
alemán por entenderlo todo y no ver enemigos ni donde son obvios. Como
polemista era muy difícil verle dar la razón al contrario. Y su cristianismo,
«siempre entre la duda y la esperanza» era combativo. Escribió teatro, novelas,
series divulgativas, fue presidente del Pen Club y consiguió un gran éxito con
una soberbia biografía de la mujer de Thomas Mann, Katia Pringsheim. Triste fue
que apareciera en el año 2003, un documento que certificaba su ingreso en el
Partido Nazi (NSDAP) en plena guerra. El dijo que nunca había dado ingresado.
Pero esa duda quedaría para siempre, como casi lógico colofón a una inmensa
vida de cultura y generosidad, pero, así es la historia, al fin y al cabo una
vida alemana del Siglo XX.
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