The Unending Gift

martes, diciembre 03, 2013

PUTIN ECHA UN PULSO A EUROPA CON SU PAPEL EN LA CRISIS DE UCRANIA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 03.12.13

La reacción popular coge por sorpresa a Moscú y a su aliado, el líder ucraniano

Desesperación. Gran parte de los ucranianos temen perder el tren de Europa durante varias generaciones.

Ha sido inusualmente franco el primer ministro de Ucrania, hombre obediente del presidente Víctor Yanúkovich. Ha dicho Nicolái Azárov que «los acontecimientos están fuera de control » . Cuando decía esto ayer por la tarde, muchos debieron sentir un escalofrío recorriéndoles la espalda. Gentes como Azárov sólo reconocen haber perdido el control de algo cuando quieren pedir nuevos instrumentos para recuperarlo. Al tiempo que decía esto Azárov, la televisión rusa, por supuesto la mejor informada de lo que pasa en Ucrania, alertaba sobre «rumores de golpe de Estado, pero las autoridades se contienen». Todo suena terriblemente amenazador. Todo son mensajes ominosos. Todos están asustados. Hasta el gran organizador, con su despacho y su lucecita que nunca se apaga en el Kremlin, Vladímir Putin, está inquieto ante una reacción tan contundente, tan masiva, tan firme, de la población. Una reacción desesperada de esa parte de la sociedad ucraniana, la más formada, que de repente ve que parte su tren, el tren hacia la ansiada Europa de las libertades y el bienestar, y que su patria Ucrania, pierde ese tren quizás para generaciones, quizás para siempre.

Putin es el ganador de toda la gran jugada geoestratégica de los últimos años que culminó días antes de la cumbre de la Unión Europea en Vilna. Putin pasó momentos malos. Cuestionado en Rusia, ninguneado fuera. Estuvo débil. Lo peor que le puede a uno pasar en estos juegos. Pero gracias a la candidez y debilidades de sus rivales, de un mediocre e inseguro presidente Barack Obama en su política exterior y de una Unión Europea dedicada a sus angustias internas, Putin vuelve a ser la estrella y el jefe. Y vio llegado el momento de su gran golpe de mano ante la cumbre de la UE en Vilna.

Paranoias
Nada menos que en Vilna, escenario de humillaciones soviéticas y rusas desde la reinstauración de la independencia de los países bálticos. Que buscaron y lograron el ingreso en la Unión Europea y en la OTAN incondicionalmente. Así la propia Rusia tuvo de repente, desde 2004, una frontera con la OTAN, que en cuatro ampliaciones había avanzado imparable hacia el este.

Ahora la Unión Europea, vista en Moscú siempre como avanzadilla económica y política de la OTAN, iba a dar el salto a Ucrania con este acuerdo de asociación. La UE había intentado rebajar la inquietud de Rusia. Buena intención, pero un fracaso absoluto. La inquietud, más que eso, la angustiosa sensación del poder ruso de verse acosado por un rodillo occidentalizante, era demasiada. Así llegó en este noviembre del 2013 la hora de Putin, fuerte como en sus mejores tiempos, gracias en parte a los pulsos ganados a Occidente en la guerra de Siria. Llegó el momento, esperado desde la misma disolución del Pacto de Varsovia y después de la Unión Soviética, de parar esta expansión occidental hacia el este con sus organismos y estructuras democráticas que muchos nacionalistas rusos consideraron desde el primer momento el equivalente económico y político a la «operación Barbarrosa», la invasión alemana de 1941.

El golpe de mano de Putin tiene por objeto poner fin a todo ello. Se trata de frenar el proceso de democratización en Ucrania y cualquier esperanza de que avance en Bielorrusia, la otra dictadura hermana bajo Lukashenko. Con Lukashenko y Yanúkovich en el oeste, sus posiciones en Azerbayan y Armenia, su puño en Georgia y el Cáucaso en general y su alianza con las repúblicas exsoviéticas de Asia Central, Putin recompone una alianza de poderes autoritarios y abiertamente dictatoriales que reconozcan el liderazgo cuando no la plena hegemonía de Moscú.

Pánico en el poder
La inmensa reacción popular en Ucrania al anuncio del rechazo al acuerdo de asociación con la UE ha sorprendido a todos. Y si existe preocupación en el despacho del Kremlin de la lucecita del hombre fuerte, existe pánico en el poder ucraniano que en tres días se ha visto acorralado y asediado por su gente. Con un Vitali Klitschko, el campeón del mundo de boxeo y jefe de la Alianza de Reformas «Udar» (Golpe), que ha tomado la antorcha de la oposición de la encarcelada Julia Timoshenko. Para todo el movimiento opositor, la asociación con la UE es la garantía de la democracia.

El pulso de los próximos días y semanas será total. La voluntad de Rusia y su aliado Yanúkovich de imponerse está fuera de dudas. Si ha de ser con sangre lo será. La voluntad desesperada de los europeístas de no perder el tren de la historia que estaba allí, parado en el andén, con destino a Europa y las libertades, también se presta al sacrificio. Y se siente capaz de vencer al gigante. La pasada noche se hablaba de la dimisión de Azárov, que sería sacrificado por Yanúkovich. Y de un acercamiento de éste a la UE para tranquilizar a la calle. La oposición exige elecciones. Pero Ucrania está rota. Y lo que ha sido una guerra fría entre «europeos» y «rusos» puede acabar en tragedia y el país en llamas. Los ucranianos en la calle lo quieren todo. Y el hombre del Kremlin también. En todo caso, y de nuevo, la historia está en marcha en las costuras del continente que pasan por Ucrania.


0 comment(s):

Post a comment

<< Home