The Unending Gift

viernes, enero 03, 2014

LA CARTA IMPERTINENTE

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 03.01.14

El presidente de la Generalidad se retrata como un insensato e inmoral que hace de intereses propios el único norte de su conducta

TAMBIÉN en esto es Artur Mas un español realmente vulgar. Es un español al que no hay indecoro que le espante, lo suficiente ignorante para desconocer el miedo al ridículo y convencido de que somos el ombligo del mundo y que como allí, que es aquí, en ninguna parte. Ahora ha decidido contárselo a los de fuera. Por carta. El presidente de la Generalidad se retrata. No solo como un insensato e inmoral que hace de apetencias e intereses propios el único norte de su conducta. También por su suprema impertinencia. La carta a diversos mandatarios europeos es torpe y paleta. Primero en las formas. Está escrita en un inglés de escolar esforzado por no colar gazapos. Podría ser de Pilar Rahola u otro sabio. Y no explica nada. Quizás porque le queda algo de vergüenza para explicar los motivos de este delirio, las causas para esas preguntas tramposas de esa consulta del nunca jamás.


Pero el escrito es, además, un insulto a quien la recibe. Mal favor se ha hecho con esta carta que intenta vender un producto podrido sin presentarlo. Sabedor de que, si abre algo el envoltorio, la pestilencia espanta al potencial cliente y tumba la propia venta. Mentirosa la carta e inoportuna. La recibe una Angela Merkel que, en su alocución navideña, habló de los aniversarios que coinciden en este año estelar para la historia y su conocimiento. Recordó que son tres las efemérides que se celebran: los cien años del comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914, los 75 del trágico comienzo de la Segunda y los 25 años de la caída del muro que trajo la unidad alemana y la unidad europea tras medio siglo de división. Toda Europa lleva mucho tiempo preparando este centenario de la Primera Gran Guerra, cataclismo político, militar, cultural y moral. Fue el comienzo de una escalada bélica e ideológica que, en los 75 años que separan su comienzo de la superación de sus últimas consecuencias, causó más de cien millones de muertos. Y el origen de todo aquello fue, Merkel lo sabe como cualquier europeo adulto culto y cuerdo, el nacionalismo. El veneno del nacionalismo que ahora el señor Mas distribuye a espuertas en los colegios catalanes que, sí, es el mismo que llenó de muertos las trincheras de Verdún, el que llevó al poder a monstruos como Hitler o Mussolini, el que llenó los hornos crematorios, el que erigió muros y campos y persiguió a pueblos enteros. Sus caras amables son siempre caretas. Hasta su réplica proletaria e internacionalista, la otra ideología criminal, llega al poder y a aplicar su política genocida gracias al nacionalismo que emponzoñó Europa.


Entre esas dos fechas tan presentes este año, están las montañas de muertos, de ciudades devastadas, de pueblos aplastados y genocidios. Tras esas terribles experiencias y gracias a estadistas sabios, esfuerzo común y altura de miras, Europa es hoy un milagro en el que aun muchos luchan por entrar. Y cuando se hacen esfuerzos ímprobos por este proyecto, una casta política manipuladora agita un nacionalismo en seis de los 340 millones de europeos y exige dinamitar la ruta común. A coste cero. Desde la autonomía más amplia y de mayor calidad de Europa. Con privilegios inimaginables en otros lares menos habituados al chantaje. Los destinatarios de la carta saben que Mas jamás podrá dinamitar España. Pero estadistas con conciencia de la historia solo podrán sentir desprecio hacia quienes persiguen sus fines agitando los peores instintos del nacionalismo, causa de tres cuartos de siglo de odio, muerte y crimen, cuyo comienzo el 28 de junio de 1914 y final, el 9 de noviembre de 1989, conmemoramos este año.



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