VOX O LA CONCIENCIA PERDIDA
Por HERMANN TERTSCHABC Viernes, 17.01.14
Ningunear al recién llegado es la reacción lógica de los
partidos tradicionales. Prefieren pensar que los nuevos son anécdotas y flor de
un día
YA pueden tener algunos cuidado con la arrogancia. Sobre
todo con la de esos mandos de segunda fila o esas gentes de los recados que
tienen todos los partidos y, sobre todo, por supuesto, los que gobiernan.
Algunos de los trovadores del poder con más celo laboral ya han dicho que al
Partido Popular no le inquieta nada la creación de Vox, un nuevo partido en la
derecha en España. Ningunear al recién llegado es la reacción lógica de los
partidos tradicionales. Prefieren pensar que los nuevos son anécdotas y flor de
un día. Pero ya saben hasta ellos que en la España actual todo se ha puesto en
movimiento y no solo las fuerzas más odiosas de la discordia, el resentimiento
y el separatismo.
El espectro político español en general está mutando. Y
aquel bipartidismo que se turnaban la cama con los nacionalistas para gobernar
a expensas de concesiones, ha muerto, por mucho que algunos en PP y PSOE lo
añoren y pretendan reanimarlo, incluso con una versión momificada en la próxima
legislatura. Para eso dan algunos oxígeno a líderes ya amortajados. El establishment español
–y ahí caben muchos– querría volver a esa situación. Pero no hay vuelta atrás.
El final del perverso minueto de partidos grande y partidos nacionalistas se ha
manifestado de forma irreversible cuando la mayoría absoluta actual dejaba a
los chantajistas fuera de juego. Las fuerzas separatistas se han montado en el
tigre. Pero no solo ellas están en movimiento. Quienes infravaloraban este
fenómeno se han equivocado. Sucedió con UPyD hace años y fueron legión a
derecha e izquierda los que sufrieron una muy desagradable sorpresa cuando
tuvieron que reconocer el éxito sin precedentes de ese animal político que es
Rosa Díez. Pasó con Ciudadanos en Cataluña, recibido con sarcasmo y altivez por
todos, hasta que, con el liderazgo de otro fenómeno político de primer orden,
Albert Rivera se ha convertido en una gran fuerza en Cataluña y puede aspirar a
serlo en el resto de España. Y ahora ha aparecido Vox que es la primera fuerza
que surge como desafío directo al PP en el poder. Entre los dirigentes hay
gente que militaba aun en el PP hace unos meses. A su cabeza una personalidad
extraordinaria y símbolo para España del sufrimiento ante el terrorismo, José
Antonio Ortega Lara. En cualquier otro país sería símbolo incuestionable de
toda la sociedad y todos los partidos. Ahora será símbolo del nuevo partido.
Que a su vez quiere ser la conciencia perdida de un PP marcado por la falta de
empatía de su líder y una cúpula que, para muchos militantes, ha despreciado
principios, programa y promesas con arrogancia.
Santiago Abascal, Ana Velasco, Ignacio Camuñas, Cristina
Segui, Ivan Espinosa de los Monteros y otros han llegado a fundar Vox como
declarados huérfanos de un proyecto liberal y conservador de regeneración
nacional que una mayoría vio en el PP y que consideran abandonado por el
Gobierno de Rajoy. Les llegan reproches de que dividen la derecha. Han llegado
a la conclusión de que los valores de la derecha estarán mejor protegidos si el
PP tiene que pactar con ellos. Y no secuestrados e ignorados por un aparato de
partido que ni lo defiende ni los aplica, movido por un pragmatismo que ellos
consideran indolencia. El PP deberá ahora esforzarse por demostrar que es capaz
de defender esos valores mejor que el nuevo partido. Lo cierto es que es
verosímil que Vox esté haciendo un favor al PP para la próxima legislatura.
Porque Vox podría movilizar votos en la derecha decididos a no volver jamás al
PP de Rajoy.
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