LA MENTIRA OMNIPRESENTE
Por HERMANN TERTSCHABC Viernes, 28.02.14
Cuán diferente el trato dispensado al «gusano» cubano
español Payá, encima cristiano, y el dado a los mitos que la izquierda arropa
LA Audiencia Nacional ha dado definitivo carpetazo a la
querella presentada por la familia de Oswaldo Payá contra mandos militares
cubanos por su muerte el 22 de julio de 2012. La Sección Segunda de lo Penal
confirma la decisión del juez Velasco. Y ya no cabe recurso. Las autoridades
judiciales españolas, como ya hizo antes el Gobierno, se creen plenamente la
versión de los jueces de la dictadura cubana y desprecian las sospechas de la
familia. Las pruebas producidas sin control independiente, como todo el atestado
y la investigación de la policía política cubana, la obvia parcialidad de todos
los implicados desde el principio hasta el final, la absoluta indefensión de
quienes se vieron implicados... todo ello no tiene la menor importancia. Porque
al fin y al cabo, los tribunales que mandaron fusilar al general Ochoa, que
mandan desde hace medio siglo a centenares de miles de cubanos a las cárceles,
a trabajos forzosos o directamente a la muerte, están compuestos por unos
comunistas de carnet y fidelidad jurada y probada a diario. Según la Audiencia
Nacional son unos señores muy respetables que jamás nos mentirían.
Nada permite cuestionar «los hechos probados en la sentencia
del Tribunal Provincial Popular de Granma». Ya saben, esos tribunales populares
que han sembrado el terror en Cuba en todos los momentos de crisis. Sin jamás
opinión, decisión, investigación o sentencia no sujeta a la incondicional
obediencia al Partido Comunista de Cuba. Nada de investigar, o de comisiones
rogatorias, como las que se mandan a Irak para que el juez Pedraz demuestre que
Bush ordenó atacar Bagdad para matar a un periodista español de izquierdas. Ahí
se sospecha. Porque podrían mentir todos los oficiales norteamericanos que
juran que no fueron a Bagdad a matar a Couso ni a sus colegas. Pero un militar
yanqui no tiene la credibilidad de un juez comunista para la Audiencia. Da
igual que Payá llegara vivo al hospital. Da igual todo. Al fin y al cabo era
español porque le había dado la ciudadanía el presidente Aznar. Y era eso que los
amigos de Couso llamarían un «gusano». Cuán diferente el trato dispensado al
«gusano» cubano español Payá, encima cristiano, y el dado a los mitos que la
izquierda arropa y presenta. Más allá del caso Couso. A izquierdistas españoles
muertos en otras dictaduras que gustan menos que la cubana. Aunque en muchos
casos la implicación o la complicidad de los españoles en actuaciones armadas o
terroristas estuvieran más que probadas.
Y ahí tienen el caso del diplomático Carmelo Soria. ¡Cuánto
ahínco en saber del caso, que todos aplaudimos! Pero hay que marcar
diferencias. Nuestros compatriotas en Venezuela, como los propios venezolanos
aplastados ahora por Maduro y sus agentes cubanos, no deben esperar nada. El
pobre canario Wilder Carballo, al que asesinaron el pasado lunes de un tiro en
la cabeza, se enfrentó a los chavistas. Y encima era empresario. No esperen sus
familiares se haga mucha épica con su muerte en España. Y pierdan cuidado, que
el juez Santiago Pedraz no irá.
En el caso de Payá, bastó con echar la culpa a un chivo
Carromero fácilmente ridiculizable. Aceptando sin rechistar la sentencia de un
tribunal popular de uno de los regímenes más canallas del globo. Mucho de lo
peor que pasa en España se debe a la mentira del pueblo antifranquista. Por la
que todos han de hacerse perdonar no haber sido el antifranquista que fueron
muy pocos. Es muy equiparable al mito castrista en toda Latinoamérica, una
lacra del pensamiento y un lastre para todo desarrollo. Está comprobado que
esas miserias morales, la una como la otra, se heredan. Quizás sean la misma,
esa mentira omnipresente.
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