The Unending Gift

sábado, marzo 01, 2014

PRINCIPIO O FIN DE LA PESADILLA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 01.03.14

Moscú vuelve a plantear el uso militar en una lucha territorial

     Rusia ha invadido Ucrania. Hay pocas dudas de que los comandos especiales que aterrizaron ayer en Crimea, en el aeropuerto de Simferópol previamente tomado militarmente por milicias prorrusas, son tropas del ejército de Rusia. Y es lógico suponer que otros centros estratégicos en esta región de mayoría étnica rusa, estén también bajo control militar de Moscú. Un cuarto de siglo después del hundimiento del Imperio Soviético y de la URSS, Moscú vuelve a plantearse el uso militar en una lucha territorial, no para asegurar su frontera sino para impedir que Occidente se acerque a la misma. Unos dicen que es el último coletazo del imperialismo ruso. Otros que es el comienzo de una nueva aventura imperial. El foco de crisis del momento es Crimea. Pero Ucrania no es Georgia. Lo que está en juego es la paz en la región y la estabilidad en toda Europa. Tropas rusas llegaron ayer a Simferópol en aviones militares. Este hecho es, sin duda, gravísimo. Pero paradójicamente, no el peligro más acuciante e inmediato para la frágil paz. A no ser que le sigan más tropas rusas cruzando la
frontera. El Gobierno ucraniano tiene abiertos mil frentes. Y los errores, los más nimios y los más graves, son todos posibles y potencialmente desastrosos. Lo cierto es que las tropas bajo mando directo de Rusia que pueda haber en territorio ucraniano no son hoy el mayor peligro para la situación interna. Al menos mientras desde Moscú se mantenga la postura oficial de que no hay voluntad de injerencia en los asuntos internos de Ucrania.



     Más peligro suponen las milicias y sectores civiles de los rusos de Crimea dispuestos a la lucha sin compromiso contra el nuevo Gobierno. Por puro miedo. Si uno cree el torrente de mentiras de la propaganda rusa de estos días, no hay otra opción para sobrevivir en Ucrania que derribar a ese grupo de delincuentes usurpadores filonazis que han tomado el Gobierno con ayuda occidental. La tensión no hará sino aumentar tras la conferencia de prensa de Yanukóvich en Rusia, en la que declaró la guerra al Gobierno ucraniano y anunció que luchará por su cargo de presidente ucraniano.

     Prioridad ahora es evitar que un incidente pueda acabar en catástrofe. Pero también que las dos partes civiles reciban algo de información que no sea la de los sectores más partidarios del enfrentamiento. Yanukóvich ha dejado claro que no se siente atado a los compromisos adoptados hace una semana en Kiev en presencia de los mediadores europeos. Ha acusado a estos de haberle engañado y da por hecho que se entra en una fase de enfrentamiento directo por el poder. Y parece dar por hecho que cuenta para ello con el apoyo de Putin. Eso no está claro ni mucho menos. Putin ha movilizado sus tropas en las regiones limítrofes con Ucrania. Pero no reconoce presencia militar propia en territorio ucraniano. Y son Europa y EE.UU. los que tienen que convencer a Putin de que hay otras salidas. Y que una aventura en esa dirección es tan dolorosa y costosa que ni Rusia puede asimilarla.

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