EUROPA CONTRA EUROPA
Por HERMANN TERTSCHABC Lunes, 05.05.14
La Eurocámara se prepara para el «asalto» de más «enemigos»
de la UE que nunca: de los comunistas griegos a la ultraderecha francesa
El próximo 25 de
mayo, advierten los partidos tradicionales, pronostican los sondeos y barruntan
las propias instituciones europeas, van a asaltar en Parlamento Europeo,
pacíficamente, con su acta de diputado en la mano, más «enemigos de Europa» que
nunca. Parece que a los dirigentes europeos les preocupan más esas fuerzas
oscuras que van a pisar moqueta en Estrasburgo, que las tropas rusas que ocupan
parte de Ucrania y amenazan a países miembros de la Unión.
¿Quiénes son esos
partidos tan tenebrosos que tanto temen por igual Martin Schulz y Jean Claude
Juncker, los populares y los socialistas europeos? Son muchas y muy diversas
las fuerzas políticas que han surgido en los estados miembros de la Unión
Europea y que tienen entre sus señales de identidad y puntos fundamentales del
programa la lucha contra la política de Bruselas, contra el euro, contra la
integración y, en ocasiones, contra la propia Unión. Van (?) cia, ultraliberales y
libertarios en la República Checa o el Reino Unido, ultranacionalistas
leninistas o clericales y separatistas de diverso pelaje.
Si esto fuera todo,
podrían probablemente los partidos tradicionales respirar tranquilos y
pretender que, como en el pasado, los partidos excéntricos se limiten a dar
color al Parlamento Europeo. Mientras la clase política del sistema, con sus
grandes partidos y otros menores perfectamente integrados, despliegan en aquel
Parlamento a sus simpáticos desatientes de una política acordada y establecida
que, a cambio de una opípara nómina y condiciones extraterrestres de vida, dan
la lata justa y necesaria. Pero nunca demasiada. Y que legislan mucho para sí
mismos, para grupos de interés de sus países de origen, sean sindicatos, grupos
de presión diversos o compañías privadas, e imponen invariablemente el interés
de una inmensa maquinaria comunitaria de la que son los principales
privilegiados.
Abstención
Pero se detecta
ambiente de fin de fiesta. Porque, aparte de todos los citados grupos, ha
surgido una corriente general de escepticismo contra Bruselas que ha cuajado
con inmensa fuerza en las clases medias. Y aunque muchos de sus votantes voten
aún a los grandes partidos en las elecciones nacionales, en estas elecciones
pueden expresar su protesta con otro voto. Si van a votar. Porque las
previsiones de abstención son altísimas. Y todas las representaciones
nacionales en el Parlamento Europeo serán siempre inferiores a las del principal
partido mudo en todos los países de la UE, que es el de la abstención. Hasta
dónde llegará la deslegitimación del sistema que esta abstención apabullante
siempre lleva implícita, nadie lo sabe. Pero necios serían los políticos
europeos en ignorar lo delgada que es la soga en la que se balancean. Porque
con este fin de fiesta hay mucho indicio de que retorna un viejo y siniestro
invitado de la historia europea que es el populismo.
En el centenario del
comienzo de su terrorífico reinado en 1914. Las masas vitoreando el comienzo de
la guerra de aquel año dieron la señal de salida. Tras ellas llegó la anunciada
rebelión. Y sus monstruos ideológicos: comunismo, fascismo y nazismo. Tiene
muchos disfraces. Populismo es Le Pen con su promesa de poner orden en los
«banlieue» tanto como lo fue Zapatero con su «championlik» y su cheque bebé.
Populismo del peor es el nacionalismo tribal y lunático de Artur Mas y la
deriva separatista catalana, como lo es la llamada a la reconquista nacional de
los neonazis de Jobbik en Hungría. O las pretensiones de Farage de hacer del
Reino Unido un competidor mundial independiente de Europa en la era de la
globalización.
Todas esas mentiras
son populismo. Pero si tienen éxito es porque resultan más creíbles ya que las
mentiras de los partidos tradicionales. Que con su corrección política, sus
peores consensos en la hipocresía, han ignorado los temores, angustias e
intereses de las clases medias. No han defendido su seguridad efectiva y aún
menos su percepción de seguridad. Han jugado y juegan a la ingeniería
económica, política y ante todo social, con un desprecio a los intereses reales
de las sociedades afectadas que se antoja despotismo y muchas veces nada
ilustrado.
Desde el euro a las jaulas de las gallinas, los gobernantes
en Bruselas han actuado con desprecio a la realidad. Esta se venga. Con unas
masas desasosegadas. Que cada vez parecen más cerca de poner en duda toda la
construcción europea y optar por una alternativa radical distinta. Puede
parecer injusto tras los indudables éxitos que Europa ha cosechado con su
sociedad abierta, compasiva y próspera como ninguna. Es la historia de un
éxito. Y nada indica que la alternativa que se presente sea mejor. Pero los
enemigos de Europa pueden ser tanto los que no quieren este proceso de
integración como los que se han apropiado del mismo olvidando su fin esencial.
Los raptores de Europa no son los unos, son todos y multitud.
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