The Unending Gift

domingo, julio 20, 2014

(I) ENTREVISTA A R. SIKORSKI «HAY QUE PERSUADIR A PUTIN DE SU ERROR»

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Varsovia
ABC Domingo, 20.07.14


ENTREVISTA A RADOSLAW SIKORSKI, Ministro de Exteriores de Polonia
(I)


De clara vocación atlántica, aboga por sanciones eficaces contra Rusia: «La reacción de Occidente ha sido insuficiente para modificar su actitud»

Derribo del avión «Lo que sucede en Ucrania oriental es una guerra de baja intensidad pero en escalada. Amenaza a toda Europa»

Ucrania inestable «Moscú quiere mantener crónicamente inestable a Ucrania, para impedir así que tenga éxito en su integración en el libre mercado y la democracia»

Crimea «Es un hecho que ninguno va a reconocer esa anexión. Y eso tiene importantísimas repercusiones legales, comerciales y prácticas»

Radoslaw Sikorski es ministro de Exteriores de Polonia. Y muchas más cosas. Es de los pocos políticos europeos que hoy pueden ser calificados como intelectuales. Pero también es un hombre de acción política por quien propios y extraños sienten admiración, temor o ambas cosas. Fue jovencísimo líder activista anticomunista en Solidaridad. Al declararse la Ley Marcial en Polonia, se quedó en el Reino Unido, adonde había ido a aprender inglés a los 18 años. Estudió en Oxford filosofía, política y economía. Se nacionalizó británico. Fue periodista en guerras y conflictos del «Sunday Telegraph» y del «Spectator», y ganó el World Press Photo desde Afganistán. Renunció a la ciudadanía británica al convertirse en ministro de Defensa de Polonia en 2006. Ya había sido viceministro de Defensa y Exteriores para entonces. Compañero de tertulias en Oxford del ahora primer ministro, David Cameron, y del hoy alcalde de Londres, Boris Johnson. Allí coincidió con su mujer, Anne Applebaum, brillante periodista y escritora norteamericana de origen judío polaco. Él ha formado parte de gobiernos con cuatro primeros ministros diferentes de partidos diferentes. Y es hoy candidato a muchas cosas. Su jefe de Gobierno, Donald Tusk, le propuso como jefe de la política exterior europea en lugar de Lady Ashton. Pero muchos le temen por su firmeza frente al presidente ruso, Vladímir Putin.

«Mi jefe de Gobierno ha tenido la generosidad de proponerme». También se habla de él como comisario. El ministro Radoslaw (Radek) Sikorski es ya, pese a su relativa juventud con 52 años, símbolo de la proverbial vocación atlántica de Polonia. Y de su firmeza frente a toda tentación totalitaria que vuelve a surgir en su gran vecino oriental. Pero también contra toda tentación de apaciguamiento desde otros países europeos que puedan pretender compromisos que cuestionen o condicionen la soberanía democrática y su defensa. Por su trágica historia en pasados siglos, Polonia juega un papel determinante en la concienciación de una Europa siempre muy flaca de memoria. Este ministro ha asumido un protagonismo para ello en la generación política europea actualmente en el poder.

En el día del derribo
Sikorski recibió a ABC en el ministerio en Varsovia, prácticamente a la misma hora en que se producía la tragedia del vuelo de Malaysian Airlines, derribado por un misil sobre Ucrania oriental. Horas después, en plena conmoción por la matanza, Sikorski nos hizo llegar su reacción. En ella expresaba el pésame por las víctimas y añadía: «Es una tragedia inimaginable. Quiero recordar que este martes, tras mi última visita a Kiev, había avisado de que uno de los hechos más inquietantes en Ucrania era que los separatistas dispusieran de sistemas avanzados de misiles tierra-aire». Sikorski advierte: «Lo que sucede en Ucrania oriental es una guerra en principio de baja intensidad pero en escalada. Nadie puede ignorarla porque afecta y amenaza a toda Europa, no solo al bastión oriental que somos nosotros». El ministro polaco no ha cejado en la defensa de la integridad territorial y soberanía de Ucrania, y es firme adalid del fortalecimiento de la presencia de la OTAN en todo el flanco oriental de la alianza. Es además un infatigable luchador en contra de una propaganda rusa que se reveló muy eficaz en la crisis ucraniana, en especial en países más alejados de Rusia, como España.

 —Polonia vuelve a estar en el centro del huracán en este año de efemérides. En el flanco oriental del continente, donde se libra una guerra. Pero a cien años del comienzo de la I Guerra Mundial, a 75 de la II Guerra Mundial, a 25 de la caída del Muro y de las primeras elecciones libres, a diez años del ingreso en la UE, reconocerá que, para lo que han pasado los polacos en un siglo, están en el mejor momento…
 —Quiero recordar que también se cumplen quince años del ingreso en la OTAN. Cierto que en estas dos décadas nos acercamos en infraestructura y bienestar al resto de Europa. Antes nos alejábamos. Es muy interesante la comparación con España. A finales de los cuarenta, el nivel de vida de Polonia y España eran comparables. Tras cuatro décadas de comunismo aquí, ustedes eran cuatro veces más ricos que nosotros. Aunque no tuvieran democracia, sí tenían economía de mercado. Ahora avanzamos y en una década esperamos ser contribuyentes netos.
 —Hablemos de sus dos grandes vecinos. Alemania despierta dudas. La crisis de los espías, pero también otros gestos, ha generado preocupación ante un creciente antiamericanismo. A partir de ahí siempre surge ese fantasma de su posible neutralismo o de su alejamiento del anclaje occidental, de la OTAN…
 —En referencia al caso de los espías debo decir que los aliados no se deben espiar entre ellos. Esa es mi opinión personal. En cuanto a lo otro, en todos nuestros países hay diferentes estados de opinión. Pero el Gobierno alemán, el presidente alemán, son gentes que lucharon por la libertad. Son personas que saben muy bien que los lazos atlánticos son la piedra angular de toda la Europa unida y en libertad. No tenemos ninguna preocupación respecto a la genuina vocación atlantista de la dirección política alemana.
 —Su otro gran vecino histórico, Rusia. Una vez más visto desde Polonia como amenaza. Por primera vez después de 70 años hemos visto muy cerca cómo se vuelven a cambiar fronteras internacionales por la fuerza. Cómo Rusia invadió, ocupó y anexionó un territorio de un país vecino, Ucrania. Todo el mundo parece dar por zanjada ya la suerte de Crimea.
 —No, en absoluto. Porque es un hecho que ninguno de nosotros va a reconocer esa anexión de Crimea. Y eso tiene importantísimas repercusiones legales, comerciales y prácticas en todos los campos, y para todos los implicados. Y, en especial, para el país que controla Crimea. Me alegra que al plantearme la pregunta revele que no cayó usted como tantos en la argumentación de la propaganda. Que aludía al maltrato y discriminación de los rusos en Crimea. Lo cual es absolutamente falso. No había ninguna discriminación del ruso. Al contrario. Lo que hemos visto y no puede pasar es que un país cambie las fronteras de otros más pequeños por falsos pretextos, por la fuerza y en violación de todas las leyes y tratados internacionales. Eso es inaceptable. Y estoy muy satisfecho de que, lentamente, pero de forma creciente, las sanciones van aumentando. Los americanos ya lo hacen con fuerza. Para nosotros es más difícil porque hay que coordinar a 28 y no dar una simple orden ejecutiva como puede hacer Obama. Pero lo más importante es que seamos conscientes de nuestros errores anteriores. Que seamos conscientes de que desde que comenzó esta crisis en Ucrania en octubre pasado, nuestra reacción desde Occidente siempre ha sido insuficiente para afectar a la conducta de Rusia. Eso tiene que cambiar. Nuestras acciones tienen que ser capaces de modificar la conducta de Rusia. Es cierto que Moscú quiere mantener crónicamente inestable a Ucrania. Para impedir así que tenga éxito en su integración en el libre mercado y democracia. Es lógico que Putin tema el éxito de Ucrania. Porque sería una grave amenaza ideológica para su poder. Los dos pueblos, el ruso y el ucraniano, son muy cercanos. Si Ucrania logra prosperidad en democracia, los rusos comenzarían a tener ideas parecidas. Y esta posibilidad alarma a Putin.
 —En todo caso, Putin se verá tentado a buscar siempre en el exterior la solución a crisis u oposición interna.
 —Eso me temo. Si los apoyos populares los consigues no con éxitos económicos sino con aventuras exteriores, es fácil la tentación de recurrir una y otra vez a las mismas. Por eso es tan importante que reaccionemos bien esta vez. Que las sanciones sean eficaces. Y que logren persuadir a Putin de que hay otros caminos. Que le hagan ver que la senda que ha tomado no es rentable, que es además contraproducente. Las sanciones y las medidas a tomar deben ser argumentos sólidos para que Rusia vea que le compensa cambiar de conducta. No estamos interesados en castigar ni arrinconar a Rusia. Al contrario, Polonia está más expuesta que nadie y afectada por tanto. Tenemos con Rusia proporcionalmente el doble de comercio que Alemania. Y muchas veces el de España. Somos los primeros que queremos una Rusia democrática y próspera. Pero somos los primeros también que no podemos permitir aquí un callejón sin salida en la historia. 

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