The Unending Gift

domingo, julio 13, 2014

PUTIN, EN EL PATIO TRASERO YANQUI

Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo, 13.07.14


El presidente ruso viaja a Latinoamérica con el fin de abrir mercados para sus armas y su gas

    El presidente Putin ha cruzado el charco para ir a la final del Campeonato Mundial de Fútbol en Río de Janeiro. Pero ir a ver a Messi y a Kroos es solo una obligación puntual como anfitrión del próximo campeonato en 2018. Su objetivo fundamental es otro. Putin viaja a Latinoamérica como viajante de comercio y también algo como sembrador de cizaña. Por un lado necesita abrir mercados para sus armas y su gas. Sus clientes habituales en lo uno como en lo otro se han vuelto exigentes o se han enfadado con Moscú por su conducta reciente. Asaltar países vecinos, violar fronteras reconocidas por uno mismo y anexionarse territorio ocupado es una práctica no bien vista. Que suele tener consecuencias.

Putin, recibido en La Habana, con una imagen del Che a su espalda

    Aunque las sanciones occidentales a Rusia parezcan leves, las relaciones de Rusia con Europa y EE.UU. han entrado en una nueva fase. La luna de miel, basada en gran parte en un autoengaño occidental, ha concluido. Putin busca otros mercados pero además ve hueco para su presencia estratégica, política, económica y militar en Latinoamérica. Ahora ha viajado a Cuba, ha parado en Nicaragua, después Buenos Aires y Río. Castro, Ortega, Kirchner, tres miembros del frente antinorteamericano y una Dilma Roussef que no las tiene todas consigo y busca formulas de evitar ser el rostro de un fracaso. Putin ha dejado ya de simular ser un socio de EE.UU. y se siente cómodo como adversario y permanente retador. Lo quiere ser también en el patio trasero de Washington.

Cuba, la gran aliada

    Tiene Putin una aliada valiosísima en una Cuba dictatorial estable, con todas las expectativas de cambio político aplastadas y con una formidable penetración e influencia en Venezuela, en parte gobernada de facto desde La Habana. Pero también con gran peso en Bolivia y Ecuador. En Venezuela ya tiene Rusia una cabeza de puente con una considerable inversión portuaria en este país. También quiere invertir en el puerto de Mariel en Cuba y en Nicaragua, donde Daniel Ortega ya es presidente vitalicio y dictador en la práctica como los Castro en Cuba. Y como previsiblemente lo será Putin en Rusia. En todo caso, Latinoamérica, abandonada por la Administración Obama estos seis años, tiene grandes atractivos para un Putin que quiere y necesita una red de influencias y apoyos políticos internacionales para un futuro que se adivina conflictivo. La hostilidad hacia Washington sigue siendo quizás la más marcada característica de la política latinoamericana, aunque haya significativos casos que se distancian del mismo como son México y Perú.

    La evolución del gigante brasileño es una incógnita, aunque claro está que las grandes expectativas como potencia emergente y moderadora han quedado frustradas. En Fortaleza, Putin aprovecha la cumbre de los BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica para tantear al nuevo presidente de la India, Narendra Modi y ver en encuentro bilateral al chino Xi Jinping. Putin sabe que su popularidad en Rusia que llegó al 85% en pleno frenesí sentimental con la conquista de Crimea puede evaporarse velozmente. Rusia no se mueve. No se desarrolla. Rusia no produce más que materias primas y millonarios. Como hace veinte años. Como cualquier país del Tercer Mundo. Cuando tenga cualquier problema interno quiere tener mucho apoyo exterior. Máxime si tiene que volver a recurrir a alguna aventura militar para forzar cohesión en casa. De ahí la lógica de este viaje de seducción por terrenos antiyanquis y antiliberales.

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