TURQUÍA Y QATAR PLANTEAN UNA TREGUA QUE BRINDE LA VICTORIA A HAMÁS
Por HERMANN TERTSCHEnviado Especial a Jerusalén
ABC Miércoles, 30.07.14
Su propuesta dejaría intacta la infraestructura bélica de la
milicia islamista y desprestigiaría la actitud pacifista de Mahmud Abas
El plan egipcio Es más aceptable para Israel, ya que
condiciona la apertura de la frontera al desarme de Hamás
El drama está en marcha y su fin no es previsible por mucho
que se multipliquen, como en la tarde de ayer, los rumores de un «alto el
fuego» o de «acuerdos de principio». Las bombas caían ayer por la tarde y la
cifra de muertos aumentaba. Hasta cuándo, nadie lo sabe. Hubo una fase inicial
de esta crisis, cuando Israel solo había respondido desde fuera de la Franja a
los cohetes de Hamás, en que pudo ponerse fin a todo. Si hubieran callado las
lanzaderas de los terroristas. No lo hicieron. Y fue lo que provocó el paso ya
irreversible y de inmenso coste que el Gobierno israelí intentaba ahorrarse: la
operación militar terrestre. El primer ministro Benjamin «Bibi» Netanyahu la
quiso impedir a toda costa. La principal razón como siempre era la resistencia
a entrar en una ratonera como son los laberintos del paisaje urbano de Gaza,
llenos de bombas trampa, repletas de sorpresas mortales y francotiradores.
Porque las bajas de soldados israelíes se dispararían y la exigencia de
resultados que permitieran a la sociedad israelí asumir esas muertes,
necesariamente generaría más tragedias también en el otro lado. Todos son
conscientes de que son imposibles de evitar las muertes civiles en una
operación semejante, especialmente si el adversario no hace nada por evitarlas
sino todo lo contrario. Para una parte los muertos son una tragedia y un duro
revés político. Para la otra, un sacrificio justo que solo le beneficia y
fortalece.
Una nube de humo se levanta sobre los edificios del barrio
de Tuffah, en el este de Gaza, tras un bombardeo israelí
La otra razón estaba en que claramente se seguía el plan de
Hamás con aquella operación terrestre. La organización islamista se encontraba
en una situación desesperada. Su gobierno está en quiebra. Sus 43.000
funcionarios no cobran el salario. Los dineros no fluyen porque la alianza con
Irán, Hizbolá y el maltrecho régimen de Siria no tiene la fuerza de antaño. Los
suníes de Hamás sufren con la pérdida de apoyos allí con los chiíes, la
división sectaria en el islam que estalla brutalmente en todo Oriente Medio. Y
Qatar, su principal fuente de financiación y apoyo político, tampoco paga sin
contraprestación.
Pérdida del apoyo egipcio
Además, fue inmenso el revés que supuso para su comercio, su
tráfico de armas y llegada de fondos el golpe militar del general Al Sisi en
Egipto. De un día para otro desapareció el apoyo de los Hermanos Musulmanes que
pasaron del gobierno a la clandestinidad. La frontera de Gaza con Egipto quedó
aun menos permeable que la de Gaza con Israel por la que pasan artículos de
primera necesidad. Así las cosas, Hamás necesitaba un enfrentamiento. Ahora ya
ha expuesto sus fines. Dice que no habrá paz hasta que se levante lo que llama
«bloqueo». Y exigen pasos fronterizos abiertos, un puerto de mar y un
aeropuerto. Las estrictas restricciones en los puestos fronterizos de Israel y
Gaza se remontan a 2007, cuando Hamás toma el poder allí en enfrentamiento
armado con Al Fatah. Gaza pasa a controlar toda la Franja, mata a centenares de
miembros de Fatah e impone un régimen de terror. Desde ese momento toda
actividad en Gaza –muy en contraste con Cisjordania, gobernada por la ANP– pasa
a supeditarse a la acción terrorista. Así Gaza, abandonada por los israelíes en
una acción asumida como modelo de retirada de territorios ocupados, con
desmantelamiento de asentamientos, se convierte en una inmensa base militar
terrorista en la que, voluntaria o forzosamente todos se doblegan a los
intereses de Hamás.
Tras la exigencia de un levantamiento del «bloqueo», me
comenta un destacado miembro del equipo de Netanyahu en un restaurante en
Jerusalén, está «la estrategia de Qatar y Turquía». Que consiste en lograr un
alto el fuego con medidas de apertura en la frontera. Con lo que sería un éxito
que Hamás atribuiría a su lucha con los cohetes contra Israel. Desprestigiaría
la actitud pacífica de Abu Abas y la ANP en Ramala. Y dejaría intactas la
infraestructuras que hayan sobrevivido a esta ofensiva. Frente a esta propuesta
está la de Egipto, que mi interlocutor calificó sin ambages como la propia. Que
condiciona toda relajación en la frontera al desarme de Hamás. Y que ha puesto
en circulación de nuevo el concepto de la desmilitarización de Gaza. A nadie se
le oculta que tras ella está la intención de Egipto e Israel de ofrecer a la
maltratada población de Gaza un futuro sin Hamás. Pero claro está que para ello
hay que quebrar a esta definitivamente. Sin que los efectos lleven a que se
beneficie alguien más radical aun como los yihadistas del Isis, ya presentes en
Gaza. Entre estas opciones hay otra intermedias quizás más realistas para
acabar con la guerra. Pero Israel está decidido, porque lo exige la sociedad, a
que Gaza deje de ser fuente de permanente agresión. La precariedad mantenida
hasta ahora ya no es sostenible. El Gobierno que no sea eficaz en ello será
devorado electoralmente por otro.
0 comment(s):
Post a comment
<< Home