TRES CRISIS Y UNA VENGANZA
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 21.10.14
La satisfacción no es una solución ni una mejoría ni una reforma. La satisfacción es la venganza
PEDRO Arriola, asesor eterno del PP, se ha hecho
multimillonario gracias a la única consigna fruto de su sabiduría que dicta que
lo pertinente en España en política es no hacer nada. Nada, salvo pagarle a él,
claro. Se le hace caso desde hace décadas. Pero más que nunca en esta
legislatura. Así, el Gobierno ha huido de la política que es siempre un lío. Y
ha apostado por concentrarse en hacer algunos de los deberes económicos
dictados por Bruselas y el sentido común. Contando con que estas reformas y el
cambio de ciclo traigan una recuperación que se deje sentir en los hogares
españoles. Con eso y el miedo a una izquierda que se ha promocionado hasta la
náusea en las televisiones privadas, el PP confiaba y confía en ganar las
próximas elecciones generales. Eso sí, gracias a los consejos de Arriola no hay
conflictos ideológicos en España. Porque todo el discurso político está en la
izquierda, cuando no en la extrema izquierda. Y un diario apreciado por Moncloa
anuncia que los comunistas de Podemos luchan «por hacerse con el centro».
Fíjense dónde esta el centro ya en España. Exactamente donde en la mayoría de
las sociedades democráticas europeas empieza la marginalidad, cuando no la
ilegalidad: en la extrema izquierda rotunda en su voluntad totalitaria y ambigua
en el mejor de los casos en su relación con la violencia y el crimen político.
Tenemos entonces tres crisis superpuestas en el panorama
español. Hay una económica, en la que los síntomas de recuperación pueden
apagarse en los próximos meses debido a los graves problemas de nuestros socios
europeos y los conflictos internacionales. Hay una crisis territorial y de
Estado por Cataluña, en la que gran parte de la sociedad catalana está
movilizada hasta la histeria por una Generalidad que ha preparado en absoluta
impunidad durante dos años la sedición. En ausencia absoluta de discurso constitucional,
en ausencia de España como Estado, como idea nacional y como argumento de
legalidad para millones de españoles catalanes que huérfanos han tenido que
adaptarse al único discurso oficial existente. No se hará el referéndum y se
hará el ridículo. Pero el secuestro de Cataluña continúa. Y previsiblemente
estallará en tormenta perfecta con la tercera crisis. Que es la crisis
institucional del sistema democrático, que provocará la irrupción en el poder
de fuerzas totalitarias de extrema izquierda. Arriola cuenta con que estas
fuerzas fraccionen y desacrediten a la izquierda tanto como para darle al PP la
victoria gracias a un electorado asustado. Cree que el español votará PP
olvidando todo lo sucedido.
Recomiendo leer a Peter Sloterdijk en «Ira y tiempo». Porque
el motor electoral que se ha puesto en marcha es la venganza. El odio y el
rencor artificialmente nutridos en décadas de educación mentirosa son el motor
de la sedición nacionalista catalana. Pero en toda España es la venganza la que
ha licuado el electorado. La ira contra la clase política convertida en odio al
sistema «llama a los individuos a representar una ley mejor como jueces
salvajes en tiempos de injusticia», dice Sloterdijk. La épica de la venganza
que nutrió a comunismo y fascismo despierta de nuevo movida por la ira a causa
de la corrupción e indolencia, del pensamiento débil e ineptitud. Podemos está
volcado en esa movilización que ofrece satisfacción a los millones de
agraviados reales o imaginarios. Y la satisfacción no es una solución ni una
mejoría ni una reforma. La satisfacción es la venganza. Sin cortapisas de leyes
y escrúpulos. Esa que ya prueban en los primeros juicios populares que, sin
haberse anunciado, se celebran ya en forma grotesca en nuestras televisiones
privadas en manos de esa justicia popular.
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