UNA TURQUÍA ISLAMISTA Y RECELOSA
Por HERMANN TERTSCHABC Sábado, 29.11.14
Ya no es ese Estado laico visitado por Juan Pablo II que
cuando este murió puso sus banderas a media asta en señal de luto
El Papa
Francisco ha comenzado con palabras muy valientes el que es sin duda el viaje
más delicado que realiza desde que comenzó su Pontificado. Turquía ya no es el
Estado laico visitado por Juan Pablo II que cuando éste murió puso sus banderas
a media asta en señal de luto. Ya no es un Estado amable y agradecido por todas
las influencias occidentales. Sino un estado regido con mucha ambición
exterior, receloso hacia Occidente y cada vez más susceptible y celoso de su
principal razón de estado ya que es la religión, el islam.
REUTERS El
Papa Francisco deposita una corona de flores en el cenotafio de Mustafá Kemal
Ataturk, fundador y primer presidente de la República Turca
Por eso habrá quien
se haya sorprendido cuando el Pontífice tras palabras de respeto, amistad y
gratitud por la gran ayuda de Turquía a los refugiados de la guerra vecina,
haya recordado que son ante todo los musulmanes quienes tienen que enfrentarse
y poner fin a los crímenes que se cometen en su nombre. Especialmente ahora en
el Estado Islámico, esa entidad monstruosa creada a tiro de piedra de las
fronteras turcas. Nadie puede ser indiferente ante el exterminio de otras
religiones que practican los yihadistas. Añadió que la defensa es legítima
frente a tan brutal agresor. Le escuchaba atento el presidente Recep Tayip
Erdogan, quien durante años ha permitido la llegada de yihadistas de todo el
mundo a Siria a través de Turquía. Y quien durante meses ha permitido que los
terroristas del EI machacaran a los kurdos. El presidente turco ha lanzado sus
previsibles y habituales lamentos victimistas frente a Europa y acusado a las
sociedades occidentales de no hacer nada contra la islamofobia.
Peligrosas tendencias
Lamento al menos
exagerado a la vista de los muchos millones de turcos y otros musulmanes que
viven, trabajan y se benefician de las redes sociales en los países de Europa
occidental sin mayores problemas. Parecía ayer preocuparle más eso que el
estado terrorista junto a su frontera. Y más que las peligrosas tendencias que
se registran en sus universidades y su juventud en la que la popularidad del
Estado Islámico se ha disparado.
Lo cierto es que
quien recibe a Francisco no es un anfitrión más. Es un caudillo con vocación de
leyenda, que ambiciona no ya igualar sino eclipsar el peso del fundador de la
república, Kemal Ataturk, y cuya megalomanía alarma por las consecuencias
geoestratégicas que pudiera tener para este miembro de la OTAN. Erdogan es
amigo y muy admirador de Vladimir Putin.
Turquía tiene
frontera con Siria, con Irak, con Irán, con todo el Cáucaso exsoviético, Crimea
y Ucrania a través del mar Negro. Ya no existe aquel país que recibió a los
tres antecesores del Papa Francisco. Un Estado aquel orgulloso de tratar a las
religiones cristianas y judía en absoluta igualdad con el islam que practica el
95% de su población. Aquello era una anomalía en la región que solo el
autoritarismo podía mantener. Y fue el populismo islamista, canalizado por un
partido moderado en formas y respetuoso con el sistema parlamentario, el que
puso fin a aquella sociedad ficticiamente civil.
El Papa Francisco
llega a un estado cada vez más dominado por los códigos de la sociedad más
conservadora de Anatolia. En la que las elites cosmopolitas pero también las
clases educadas urbanas, con su laicismo y europeísmo, tienden a la
irrelevancia. Es Turquía hoy en definitiva un país en el que los sueños de un
desarrollo lineal hacia la sociedad moderna occidental han sido abandonados.
Por diversas razones. Por heréticos, por caducos y decadentes, otros por inalcanzables, pese a deseados. En los últimos quince años el Islam ha vuelto a
ocupar el espacio público de la mano de una moderación política y religiosa que
ha hecho paulatinamente aceptable lo impensable e intolerable en la república
laica durante setenta años.
Se han invertido los
papeles y son las fuerzas laicas las que han de pedir, con poco éxito en
general, un poco más de tolerancia para los hábitos del debate público político
que eran habituales y que vuelve a imponer en gran medida conductas arcaizantes
y a nutrir grandes sospechas y resentimiento hacia Occidente. Francisco busca
diálogo y sin duda lo encontrará en los religiosos de prestigio que le
acompañarán estos tres días en Ankara y Estambul.
Mucho más difícil de convencer es ese islamismo que ha creado
una mayoría natural que da poder absoluto ya al partido AKP y al propio
Erdogan. Y que éste alimenta con su victimismo y agitación contra los valores
liberales y laicos. No sorprende que muchos jóvenes turcos hayan decidido
creerle hasta el final y piensen que su país está gobernado por una moderación
impropia del islam y que lo que pide Alá es el Califato.
0 comment(s):
Post a comment
<< Home