GROSSE KOALITION, GROSSE KATASTROPHE
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 09.12.14
Hasta en su escenario habitual, Alemania, las grandes
coaliciones han tenido siempre objetivos de reforma concretos en momentos
críticos
YA están lanzados tirios y troyanos, algunos hasta con buena
fe, a divagar y disparatar sobre las alianzas de Gobierno tras unas elecciones
que no se celebrarán antes de un año. Ya han lanzado las teorías sobre una gran
coalición todos aquellos que desde hace tiempo desacreditan a los dos grandes
partidos como el origen de todos los males. Y ahí están también, por supuesto y
como auténticos pardillos, todos los que, desde estos dos partidos y desde
fuera, hacen juego a una escalada de especulaciones políticas que solo sirven a
los enemigos del sistema democrático. La palabrería sobre una gran coalición es
tan mala cuando es inocente como cuando, como en la mayoría de los casos, no lo
es. Solo sirve para proyectar la imagen de unas direcciones del PP y PSOE deseosas
de imponer juntas una política que les asegure el mantenimiento conjunto o
alternativo del poder, el bloqueo de la regeneración del sistema y la nación y
la defensa de sus intereses comunes. Visto desde la profunda desconfianza,
acritud y hostilidad reinante hoy en España, es garantía de una inyección de
apoyo a los partidos que quieren hacer saltar por los aires el sistema.
Hasta en su escenario habitual, Alemania, las grandes
coaliciones han tenido siempre objetivos de reforma concretos en momentos
críticos. O eran única salida. Siempre con la tranquilidad de que el resto de
las fuerzas parlamentarias eran fuerzas de lealtad incondicional al sistema
democrático y a la Constitución. Hoy incluso en Alemania hay ya problemas al
respecto, debido a la irrupción en el escenario político de fuerzas como los
«poscomunistas» de Die Linke o el emergente partido antieuropeísta Alternative
für Deutschland (AfD). El ensayo de Turingia con un gobierno dirigido por un
excomunista de Die Linke, Bodo Ramelow, rompe tabúes. Merkel, que se quedó a un
par de escaños de la mayoría absoluta, es canciller solo porque en la política
federal se considera inaceptable un pacto como el habido en Turingia entre SPD,
los Verdes y Die Linke, juntos con mayoría en el Bundestag. Incluso en Alemania
y también en Austria ya supone un riesgo de auge del populismo y de partidos
ultras. Pese a una lealtad constitucional que allí se sobreentiende y en España
es inconcebible.
Unas conspiraciones de pacto de gran coalición ahora pueden
estar en la mente y quizás hasta en la agenda de algunos. Serán inútiles entre
partidos desarbolados, dos perdedores buscando un apaño. Aun con mayoría
aritmética, no harían más que una coalición agónica desde su primer día. Y que
daría paso a un frente popular en el que los moderados no tendrían nada que
decir. Entonces se abriría el peor escenario, que podría acabar en lo que la
Grosse Koalition siempre quiere evitar, la Grosse Katastrophe. De ahí el dicho
de «Grosse Koalition, kleine Katastrophe». La gran coalición es siempre una
pequeña catástrofe para el régimen parlamentario. Que debe servir para evitar
catástrofes grandes. Aquí es un sueño pensar que podía evitarla. Dada la
descomposición política que nadie parece capaz de frenar, dinamitada toda lealtad
a la Constitución por parte de la izquierda y los nacionalistas y demolida toda
autoridad del Gobierno del PP, lograr un gobierno estable será una quimera. Una
absurda ilusión, con un radicalismo revolucionario crecido en la hegemonía de
la izquierda y a falta de una fuerza que estabilice un proyecto de ley, orden y
unidad ante el desplome del PP desideologizado y sin credibilidad del actual
Gobierno. Así las cosas, esos planes y habladurías de la Grosse Koalition
prometen poco más que la Grosse Katastrophe de una España al final gobernada
por el totalitarismo izquierdista y fuera de la comunidad de países
civilizados. Si no reaccionamos antes, el apaño no nos salva.
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