The Unending Gift

jueves, diciembre 04, 2014

LAS AMENAZAS DEL NUEVO SIGLO

Por HERMANN TERTSCH
Miércoles, 03.12.14
Encuentro con WIZO (Women's International Zionist Organization)


Buenos días a todos. Antes de nada quiero dar las gracias a Astrid Misrahi por su cariñosa invitación a hablar hoy aquí ante Uds. y por supuesto a su siempre increíble capacidad de organización. Y darles a todos Uds. las gracias por venir hoy aquí a escucharme. Más aún cuando vamos a hablar de una cuestión nunca agradable en sí como son las amenazas. Que, por mucho que teoricemos sobre ellas, siempre tienen su origen en una emoción, en la más fuerte de las emociones junto al amor, que es el miedo. Vamos a hablar de las cosas que razonablemente nos deberían dar miedo. Ese miedo razonable que desde pequeños nos ayuda a sobrevivir porque nos advierte y nos enseña a tomar medidas para evitar que la amenaza se cumpla, que el riesgo pueda consumarse, que el daño se produzca.

Han venido por tanto todos Uds. a este tradicional Embassy con sus deliciosos desayunos a pasar un poco de miedo, -no una mañana de terror, se lo prometo-, a recibir una dosis de miedo sano para que al final, si logro lo que me propongo, salgan con unos cuantos datos y enfoques que les hagan entender un poco mejor el mundo de hoy. Que es radicalmente diferente del “mundo de ayer” que evocaba Stefan Zweig en aquel su canto nostálgico y desesperanzado sobre Europa que le quitó las ganas de vivir. Pero que en muchos aspectos es el mismo. Porque lo que nos jugamos las sociedades libres y los individuos que las habitamos es lo mismo: la dignidad de vivir en libertad, la libertad de poder elegir el vivir con dignidad.

Este año se ha cumplido un siglo desde aquel 28 de junio, día de San Vito, en el que los disparos de un joven nacionalista serbio contra el heredero del Imperio Austro-Húngaro supusieron el detonante de la mayor explosión habida en la historia hasta entonces, que fue la Primera Guerra Mundial. En esa guerra se hundió el orden tradicional europeo para no volver. De aquella guerra surgieron las rebeliones de masas que cristalizaron en las ideologías redentoras, las ideologías criminales de comunismo, nazismo y fascismo. Ellas nos llevarían, hace ahora exactamente 75 años, a la Segunda Guerra Mundial. Ambas desplegarían un terror desconocido en el mundo hasta entonces. Y el nazismo consumaría en los años siguientes hasta 1945 el crimen total. En el que la voluntad del mal alcanza unas dimensiones metafísicas que lo convierten en el hito negro de la humanidad, el Holocausto. Tenía razón Theodor Adorno al cuestionarse si después de Auschwitz aun tendría sentido la poesía. Con enorme dificultad se pudo, pero nada pudo volver a ser igual. Nada debe ser igual. Y nada es igual desde entonces. Por mucho que tanta gente por todo el mundo no sepa ya qué es lo que ocurrió en Europa entonces, en aquellos oscuros años, a manos de una de las naciones más cultas del momento. El holocausto y sus autores demostraron que, si de eso es capaz, "si eso es un hombre" como dijo Primo Levi en referencia al nazi, los hombres son capaces de cualquier cosa, de lo apenas imaginable. Se escribió y se escribe poesía. Pero entre ellas siempre estará inamovible Paul Celan, superviviente inmediato con su poema Todesfuge, con su celebre y terrible “Leche negra….” que advierte sobre la oscuridad total en el abismo. Los tres nombres citados, Stefan Zweig, Paul Celan y Primo Levy eran judíos. los tres se suicidaron en diferentes momentos, ante la monstruosidad intuida o sufrida en carne propia.

Y sí, el mundo volvió a encarrilarse después. Los países que tuvieron la suerte de quedar en el bando de la democracia durante la Guerra Fría lograron hacer de la libertad y el bienestar en permanente progreso hasta constituir unas sociedades occidentales a ambos lados del Atlántico norte que son las comunidades humanas más libres, justas, compasivas, solidarias y eficaces que jamás hayan existido. Y con sus métodos de libertad en pensamiento, competencia, movimiento e información, demostraron su plena superioridad práctica y ante todo moral sobre todo otro tipo de organización social habida. Todos los sistemas intentados como alternativa a la sociedad libre no solo fracasaron trágica y calamitosamente a la hora de cumplir sus promesas de justicia y bienestar. Acabaron todos, y es un hecho incontrovertible, convertidos en regímenes criminales de mayor o menor intensidad.

Les he recordado que hace 100 años empezó la Primera Guerra Mundial y hace 75 la Segunda. Pues hace 25 años, con la caída del Muro de Berlín y el telón de acero, concluyó la Guerra Fría. Quiere esto decir que desde 1914 a 1989 se extiende un arco trágico de acontecimientos de dos guerras grandes y una guerra fría que algunos historiadores han dado en llamar el siglo corto o una larga guerra civil europea de quince lustros. Hace 25 años yo estaba en Europa oriental. Llevaba ya allí más de un lustro recorriendo todos los países de Europa Central y oriental que habían quedado en la órbita de Moscú y por tanto con dictaduras comunistas. Aquel terremoto de la libertad en el que se fueron hundiendo uno a uno los regímenes comunistas fue algo inolvidable. Fue un año lleno de emociones, de lágrimas de alegría y gozo derramadas por viejos que jamás creyeron que vivirían de nuevo en libertad en una Europa unida. Y jóvenes entusiasmados porque lograban ver imponerse un acto de justicia de proporciones históricas, ver triunfar el derecho de todos aquellos pueblos orientales aplastados a vivir en libertad como los hermanos europeos occidentales. Los avances europeos desde entonces han sido la historia de un gran éxito. Aunque los regímenes comunistas en los Balcanes se transformaron en nacionalistas para sobrevivir y se lanzaron a una guerra terrible y fratricida, ésta quedó localizada y se acabó extinguiendo. Han pasado cosas maravillosas. En Europa podemos viajar libremente sin pasaporte desde Tarifa hasta Tallin en Estonia, muy cerca de San Petersburgo. En la mayoría de los países con la misma moneda. Somos 28 países voluntariamente unidos en el mayor polo mundial de prosperidad junto a EEUU. Muchos otros países hacen cola ansiosos por entrar en este club. Pese a todas las crisis. Vivimos más y mucho mejor que el resto del mundo. Hemos logrado niveles insospechados de seguridad social e igualdad. Y somos los mayores contribuyentes al desarrollo del resto del mundo, gracias a lo cual se ha reducido drásticamente la pobreza y el hambre en todo el globo, pese a toda la propaganda en sentido contrario.

¿Entonces por qué tenemos miedo? ¿Por qué tenemos permanentemente tan mala conciencia? ¿Por qué esta angustia? Porque 25 años después del triunfo de la libertad hay mucho miedo en Europa. Y las ideologías derrotadas por sus crímenes y fracasos pretenden volver como si nada hubiera ocurrido en el siglo XX. Lo hacen cabalgando sobre animales muy negros y peligrosos como son la desmemoria y la ignorancia. Yo creo que tenemos ante nosotros varias amenazas evidentes para esa sociedad abierta de la que hablaron y que defendieron Karl Popper y Isaiah Berlin entre tantos otros. Esta sociedad que se caracteriza porque se mejora y perfeccionada destierra defectos y vicios por medio del conflicto, asumido siempre por cauces del diálogo, por la confrontación libre de las ideas, voluntades e intereses, el respeto a las leyes, la básica presunción de la buena voluntad y la vocación de excelencia. Y quiero hablarles brevemente de dos de ellas, el despotismo político de Rusia y China por un lado y el fanatismo ideológico religioso del llamado yihadismo y el proyecto totalitario islamista por el otro.

Pero también quiero dejarles claro que en mi opinión, el principal peligro para la sociedad libre y abierta occidental surge de su propio seno. Que el peor enemigo está en ella misma. Y está en la incapacidad de esta sociedad del éxito de mantener la voluntad de autodefensa llegado a cierto grado de bienestar. De perder en diferente grado de intensidad, todas las sociedades occidentales sufren este mal.

Aunque no me cabe duda de que, como en la mayoría de los fenómenos de la decadencia y debilidad de pensamiento y obra, España está por desgracia en la vanguardia del deterioro. Por diversas circunstancias históricas que nos es imposible desarrollar aquí,
1. el desprestigio de la cultura, civilidad y la autoridad,
2. el igualitarismo más agresivo contra la excelencia individual y el resentimiento contra el mérito,
3. el culto a la transgresión y al desprecio a límites y valores,
4. el desprecio por la propia verdad histórica y su legado,
5. todo ello con un inmenso problema de autoestima,
6. Un relativismo que todo lo impregna y emponzoña,
han alcanzado en España niveles generales que en el resto de Europa solo se conoce en comunidades marginales. Cuando en España solo un 16% de la población encuestada se declara dispuesta a luchar por defender a su patria, estamos ante un gravísimo problema. Que no sería distinto en otros países occidentales, aunque nunca con ese dramatismo que se da aquí.

La falta de autoestima y de respeto por los mayores y su legado convierte en quimera la voluntad de defensa. Nada hay que merezca el sacrificio para estas nuevas generaciones. El relativismo convierte en equiparable lo radicalmente distinto y opuesto, hasta la libertad y la opresión, por lo que, en una confusión orwelliana, una sociedad ignorante no aprecia lo que tiene y por ello no ve sentido ni objeto que defender. Las palabras en ese relativismo pierden su sentido real y dan así una victoria a los totalitarios que acechan. Como ya decía en los años cincuenta y sesenta Ferdinand Peroucka, un brillante periodista y escritor exiliado de Checoslovaquia, la lucha contra el totalitarismo debe comenzar siempre por reconquistar para las palabras su auténtico sentido. Ese sentido que los totalitarios le roban a las palabras. La perversión del mensaje no está solo en la propaganda totalitaria actual como en las nazifascistas y comunistas de antaño. También está en la permanente tendencia a confundir, equiparar y dar el mismo valor a los hechos que a las opiniones. Y a todas las opiniones entre sí Discutir opiniones es una cosa, negar hechos otra muy distinta y sin embargo nunca son distinguibles hoy en día. El negacionismo del holocausto es en este sentido el gran caso. El caso especial y terrible que revela que jamás una opinión puede acabar con un hecho. Lo hechos no son opinables. Y quien quiera negar el hecho, el hecho con mayúsculas, nunca es inocente. Esa confusión entre hechos y opiniones se ha convertido en plaga en España. Pero no solo en España. Otro efecto de ese relativismo es la pretensión tan nociva de que todas las ideas y opiniones son respetables. En absoluto. No es así. Creo que ante este público no tengo que explicar este extremo.

Brevemente me referiré a la amenaza de los despotismos orientales, definición inexacta aunque estén de hecho en nuestro oriente. Rusia ha experimentado bajo el presidente Vladimir Putin una involución en la que, años de confusión y desorden crearon las condiciones para este nuevo bonapartismo del Kremlin. Eso de consuno hace tres lustros. Hoy tenemos en Rusia un régimen en el que se vota, pero no se elige. Y nadie de fuera del círculo del poder político del Kremlin en pacto con los oligarcas puede atreverse a plantear critica ni alternativa. Todo oligarca y todo político o movimiento que intentara plantar cara a las ambiciones de Putin y sus socios está hoy en la miseria, en el exilio o muerto. Pese a ello, Putin no se puede sentir seguro. 25 años después de hundirse la URSS Rusia ha aumentado su dependencia de las materias primas. Hoy el 68% de sus ingresos procede del gas y petróleo. Del 32% restante la mayor parte también procede de exportación de materias primas de minería y otros. Es una estructura tercermundista de su exportación que da la razón a quienes dicen que Rusia es como una Burkina Faso con armas nucleares y siete husos horarios. De ahí que Putin necesite mecanismos para una cohesión nacional que evite que esa precariedad, que ahora queda en evidencia con la caída del precio del crudo, tenga efectos negativos sobre su poder absoluto. El elemento nacionalista ha pasado aquí a ser clave. Y como Slobodan Milosevic en su día en Serbia, Putin ha asumido el liderazgo con religión y nación. De ahí el llamamiento a proteger a todos los rusos que quedaron fuera de Rusia tras el hundimiento de la URSS, como Milosevic pretendió hacer con los serbios en las demás repúblicas de Yugoslavia. Putin intento recomponer la URSS, cuya disolución calificó como la mayor desgracia del siglo XX, nótese que lo consideraba peor que la Segunda Guerra Mundial que asoló Rusia y el propio Holocausto. Lo quiso hacer a través de la Asociación Euroasiática. Y estaba a punto de conseguirlo el año pasado con Kasajstan ya convencido y su títere bielorruso de Lukashenko también. Y ya había comprado al ucraniano Yanukovich cuando les sorprendió una reacción del pueblo ucraniano que, de repente, tras veinte años de independencia, se volvía a ver bajo la bota de Moscú. Y los ucranianos demostraron en el Maidan de Kiev que preferían la guerra y la muerte frente al gigante a volver a caer para generaciones bajo su dictado. El sueño euroasiático de forma pacífica ha quedado frustrado definitivamente. Noten que digo “de forma pacífica”. La sonora de otras formas terribles planea sobre el continente.

Es muy probable que Putin hubiera asumido su derrota de no haber tenido enfrente una presidencia norteamericana como la actual y una Europa sumida en profunda crisis económica, de identidad y de liderazgo. Pero tras ver que Obama era capaz de tragar cualquier cosa durante la crisis de Siria, la idea de una política de hechos consumados en Ucrania se convirtió para Vladimir Putin en una tentación demasiado fuerte. Conocen lo sucedido en Crimea. Después vino Ucrania oriental. Ahora pese al alto el fuego, Putin se dispone a crear continuidad territorial entre Rusia y Crimea a través de Ucrania oriental y la costa del mar de Azov. Más allá podría crearlo por Odessa hasta Transnistria. Rusia está creciendo militarmente a costa de su vecino. Es un hecho.
Putin no está dispuesto a que Ucrania tenga éxito como democracia. Porque de darse los rusos comenzarían a sacudirse la renovada leyenda de que ellos no quieren ni necesitan libertades individuales. El éxito de la democracia polaca no tenía el mismo efecto. Sus diferencias entre Rusia y Polonia son grandes. Y ante todo porque es católica. Pero dada la estrecha relación también en identidad religiosa entre Rusia y Ucrania, un éxito de la segunda en generar prosperidad en libertad se convertiría en una atracción para los rusos y una amenaza intolerable para Putin.

¿Hasta dónde llegará Putin?
Hasta donde se le deje. Yo comparto la opinión de muchos amigos polacos de que el aventurerismo de Putin puede llevarle también a ocupar territorios de la OTAN. En el Báltico o Polonia. Y que si no se le pone coto, siempre reaccionará a cualquiera de los previsibles problemas internos de Rusia con una operación de agresión en el exterior. Respecto a China solo dos palabras. Su imperialismo en su panza asiática solo acaba de empezar. Y puede verse animado por el imperialismo ruso en Europa. Después, nadie duda sobre la vocación totalitaria sin fisuras de China, nacionalista como ni siquiera Putin lo es. Y con un desprecio tan radical al valor del individuo que nos es desconocido acá. Llegado el momento ejercerá su inmenso poder económico, político y militar para intentar imponer sus criterios y su forma de vida. Sin compasión. Pobres de nosotros occidentales si quedamos en el futuro totalmente a su merced.

Finalmente tenemos una gran pesadilla en el mundo que es el yihadismo como aterradora amenaza omnipresente. No se trata solo del terrorismo, ni siquiera del Estado Islámico que ha hecho realidad el comienzo de ese califato que el islamismo político siempre ha buscado. Se trata del peligro general que supone para la civilización occidental una religión que se revela irreformable y que, pese a los esfuerzos de muchos musulmanes de buena fe, se ha convertido en el mayor motor de totalitarismo y crimen del mundo contemporáneo. Estamos en todo caso desde hace años ante todo en una guerra interna en el islam entre el sunismo y lo que este considera su principal herejía, el chiísmo. Está en Irán como potencia chiíta y Arabia Saudí, Egipto y Turquía como grandes países sunitas. Y todas las piezas en un inmenso tablero. Y una fuerza original, brutal que es el nuevo Estado Islámico, un cada vez mayor ejército de islamistas de todo el mundo, cuajado de jóvenes occidentales, cuyo fin es la muerte y el martirio y basan su identidad en el rechazo al compromiso. Nadie sabe si las grandes potencias, la chií y las sunitas, aplastarán al ejército Islámico. De momento, éste resiste a una guerra que le hace una amplia y poderosa coalición internacional dirigida por EEUU. Y como resiste, combate con fiereza y apenas pierde territorio, cada día tiene mayor prestigio en todo el mundo islámico desde la costa atlántica hasta Indonesia y Afganistán. Y ya esta minando a todas las sociedades sunitas incluida la turca que no es árabe y es miembro de la OTAN. Hay millones de musulmanes en todos los países occidentales en los que su progresión es vertiginosa dado el hundimiento demográfico de las poblaciones autóctonas. En unas décadas tendremos amplias partes de Europa con sólidas mayorías musulmanas. Y esto por desgracia hay que destacar que parece un proceso ya irreversible a estas alturas.

El futuro está abierto. El determinismo histórico es una falacia. Es ya muy posible que las fuerzas totalitarias de nuevo y viejo tipo arrollen y destruyan la civilización de la sociedad abierta como los bárbaros arrasaron Roma. Nadie olvide que aquello sucedió. Bajo Roma se vivía en el imperio de la ley. En el siglo II y III se vivía con gran seguridad en el campo incluso en provincias remotas como las islas británicas. Dos siglos mas tarde la gente tuvo que huir a las ciudades amuralladas y a los castillos y durante mil años no volvió a conocerse la seguridad romana perdida.

No quiero terminar sin recordar que en este eterno dilema de la sociedad abierta y la voluntad de defensa de la misma frente a sus enemigos mortales tiene un papel clave Israel. Ha sido y es inspiración de todos aquellos que creemos firmemente en que la sociedad de la pregunta y el debate en libertad, la sociedad abierta occidental, puede y debe defenderse contra sus enemigos. Y que hay valores por los que merece la pena luchar y matar y morir. Tenemos un deber moral inexcusable en este sentido hacia nuestros antepasados y nuestros descendientes. Nunca ha habido un totalitario o enemigo de la libertad que fuera amigo de Israel. Igual que ningún déspota jamás toleró bien la existencia de una comunidad judía en sus dominios. Hoy que Israel está en pleno debate sobre su identidad y lucha tanto contra los enemigos tradicionales como contra ese relativismo y la frívola incomprensión de las sociedades occidentales, los que creemos que la sociedad abierta y libre debe ser defendida, le rendimos a Israel en su defensa de nuestros valores, un especial homenaje.


Nota de Θεανώ Βροντίνος:
En el Blog de Tersites se puede leer el poema de Paul Celan y su traducción. 
Todesfuge - Fuga de la Muerte en la versión de José Ángel Valente.

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