OBAMA, CUBA Y EL ADANISMO
Por HERMANN TERTSCHABC Sábado, 20.12.14
Los cubanos han comprobado que el día después del anuncio es
igual que el anterior
El
presidente Barack Obama se mostró ayer convencido de que Cuba se abrirá pronto
al mundo con la decisión del restablecimiento de relaciones diplomáticas
anunciada el miércoles simultáneamente en La Habana y Washington. Y de que esta
apertura traerá pronto un proceso en beneficio del respeto de los derechos
humanos en la isla. Al hacer estas declaraciones Obama pareció ayer en algún
momento haber interiorizado el discurso del régimen cubano, que atribuía todos
los problemas de la isla a esa falta de relaciones entre Cuba y EE.UU. y a las
represalias norteamericanas, lo que el castrismo llama falazmente bloqueo.
Pareció olvidar Obama
que Cuba tiene relaciones ininterrumpidas con el resto del mundo. Que la isla
está llena de hoteles extranjeros y de turistas de todo tipo. Y que los males
que aquejan a la isla existen y persisten única y exclusivamente por la
voluntad y decisión implacable de la dictadura de negar a la población sus
derechos y libertades y reprimirla con brutalidad.
En su conferencia de
prensa de fin de año el presidente norteamericano demostró seguir tan adanista
como cuando comenzó su primer mandato, al pretender ser el primer presidente
norteamericano en afrontar con corrección los problemas. Recordaba ayer con
ello a aquel discurso de El Cairo en 2009 en el que vino a menospreciar la
política de sus antecesores hacia los países árabes así como los lazos habidos
con sus protegidos. Y anunció a bombo y platillo una nueva era. Los resultados
de su presidencia en Oriente Medio son notorios.
El presidente Obama
parece decidido a tomar rápidas decisiones rápidas para que la nueva era en las
relaciones se note cuanto antes. Sin esperar a ningún gesto ni concesión por
parte del régimen comunista, que en nada ha cedido más allá de soltar a unos
presos. Esto lo ha hecho el régimen muchas veces a lo largo de su historia. Y
después han llegado brutales temporadas de represión. Pero Obama tendrá que
contar con el Congreso que, dominado por los republicanos, exigirá que este
proceso, al que nadie se opone radicalmente, sí deje de ser un éxito gratis
total para la dictadura.
Existe un consenso muy amplio en el mundo en que vale la pena
intentar espolear un cambio para sacar a Cuba de esa parálisis en la miseria.
Pero muchos dan más valor que Obama a la necesidad de exigir de inmediato a la
dictadura medidas concretas. Después de la sorpresa, emoción y entusiasmos
iniciales, se ha recuperado pronto la serenidad con sano escepticismo que todos
los conocedores de la dictadura cubana recomiendan. Y los cubanos han
comprobado, sin mayor sorpresa, que el día después del anuncio es igual que el
anterior.
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