P.E.G.I.D.A.
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 16.12.14
El miedo no es fascista ni nazi. Pero genera fascistas y
nazis si se desprecia a la ciudadanía que lo sufre
UN fantasma muy real recorre la política alemana en las
últimas fechas y siembra el espanto entre los partidos y toda la opinión
publicada. Se llama Pegida. No significa nada ese palabro que hace muy pocos
meses no existía. Es el acrónimo de la asociación «Patriotische Europäer Gegen
Die Islamisierung Des Abendlandes» (P.E.G.I.D.A.) cuyo largo nombre se traduce
fácilmente como «Patriotas europeos contra la islamización de Occidente».
Conocido el nombre de la asociación quizás extrañe menos el éxito de sus convocatorias.
Hay muchísimos europeos preocupados hoy por la islamización de barrios
europeos, por el fin de la vigencia de costumbres e incluso leyes europeas en
el seno de comunidades cada vez más numerosas en Europa. La evolución
demográfica deja claro que, para el año 2050 y en algunos casos mucho antes,
habrá muchas regiones europeas con mayoría islámica. En las que
democráticamente se podrán imponer leyes y reglas contrarias no solo a los
hábitos europeos, sino también a la libertad de las personas y la dignidad de
las mujeres, a las tradiciones cristianas y los usos de las sociedades
abiertas, herederas y cultivadoras del legado de la cultura occidental y la
Ilustración. Son los valores que han generado en Occidente las sociedades
prósperas y libres, frente a las sociedades fracasadas y sin libertad bajo el
imperio del islam. La alarma sonó hace muchos años. Pero la política europea
descalificó a las voces que advertían contra una evolución que ya parece
irreversible. Desde Oriana Fallaci a Giovanni Sartori o Roger Scruton, todos
los intelectuales y estudiosos que han osado advertir sobre los peligros del
islam no integrado, han sido difamados como ultraderechistas o islamófobos. La
corrección política actúa como implacable censura e inquisición contra la
expresión de la realidad.
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