The Unending Gift

domingo, abril 12, 2015

MIRAFLORES Y LA PIEDRA QUE ARDIÓ

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Martes, 31.03.15


San Juanito y el «Tríptico de Miraflores», milagros de lo mejor del ser humano que han sufrido por lo peor del mismo, vuelven a ser testigos de la mezquindad

AYER al mediodía me permití el lujo de escaparme al Museo del Prado a ver la maravillosa exposición del flamenco Rogier van der Weyden y confirmar que la gesta de reunir sus grandes obras conocidas, «El Descendimiento», «El Calvario» y el «Tríptico de Miraflores», así como el «Tríptico de los Siete Sacramentos», es un acontecimiento inolvidable. Parece que costó trabajo convencer a la Gemäldegalerie de Berlín de que prestara el tríptico pintado por Van der Weyden para España. Lo regaló Juan II de Castilla a la Cartuja de Miraflores en 1445 y allí o en la catedral de Burgos debería seguir si en 1809 no hubiera caído en manos de un general francés, Jean Darmagnac, que se lo llevó. En la traducción inglesa del texto explicativo de esta joya en la exposición madrileña pone textualmente: «In 1809 it was adquired by the General…». Nosotros, como siempre, tan piadosos con las tropelías ajenas. Todo indica que el general napoleónico «adquirió el tríptico» como Göring o Himmler «adquirieron» sus maravillosas pinacotecas por toda la Europa ocupada. Lo cierto es que el «Tríptico de Miraflores» apareció veinte años después de Waterloo. Fue en Londres en una subasta en Christie’s, y acabó en 1850 en la colección real prusiana en Berlín.
Pero ayer no solo disfruté de la soberbia exposición de Van der Weyden. La suerte quiso que encontrara al director del museo, Miguel Zugaza, con Ignacio de Medina, el duque de Segorbe, que acababan de inaugurar una muy especial exposición de una sola pieza. ¡Y qué pieza! Nada menos que el «San Juanito de Úbeda», como se conocía a la única escultura de Miguel Ángel que había en España. Y que dejó de haber cuando un grupo de milicianos del Frente Popular la rompió y quemó sus trozos junto al altar de Berruguete de la Capilla de San Salvador en Úbeda. Después de aquella barbaridad se pudieron recuperar 16 fragmentos de aquella finísima talla helenística del autor de la Pietá del Vaticano. Que venía a ser un 40% del total de la escultura. Gracias a las últimas técnicas se ha logrado una reconstrucción general encargada por la Fundación de la Casa Ducal de Medinaceli al «Opificio delle Pietre Dure» de Florencia, una especie de taller de genios de la reconstrucción y preservación del patrimonio escultórico italiano y europeo. Ahí tienen por tanto una fiesta de la belleza, de la armonía y emoción serena de Van der Weyden en el Prado, que hace casi olvidar hoy aquella «adquisición» del general napoleónico del Tríptico, solo un robo más de un inmenso saqueo y daño sin medida al patrimonio cultural español en aquellos años de invasión. Y ahí está el San Juanito creado en 1495 por Miguel Ángel entre pincelada y pincelada a la Capilla Sixtina, destrozado y quemado por el odio español en 1936. Ha vuelto. Con magulladuras, eso sí, como tanto superviviente de la historia española del siglo XX, pero de regreso en España. Pues el mismo día, ayer, unos políticos catalanes, con cargos institucionales, anunciaron que el año próximo proclamarán el fin de España. Ni más ni menos. San Juanito y el «Tríptico de Miraflores», milagros de lo mejor del ser humano que han sufrido por lo peor del mismo, vuelven a ser testigos de la mezquindad y el encanallamiento imperecederos. Unos mequetrefes quieren robar una parte de España como el general Darmagnac se llevó el Tríptico y quieren que vuelva a arder la piedra como la cabeza del San Juanito de Miguel Ángel. Pero como en España hoy no sufrimos ni invasión extranjera ni guerra civil y tenemos un Estado de Derecho, sabemos que quienes intenten tamaño crimen y encima lo proclaman serán detenidos y enjuiciados cuanto antes. ¿No es cierto?

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