MIRAFLORES Y LA PIEDRA QUE ARDIÓ
Por HERMANN TERTSCHABC Martes, 31.03.15
San Juanito y el «Tríptico de Miraflores», milagros de lo
mejor del ser humano que han sufrido por lo peor del mismo, vuelven a ser
testigos de la mezquindad
AYER al mediodía me permití el lujo de escaparme al Museo
del Prado a ver la maravillosa exposición del flamenco Rogier van der Weyden y
confirmar que la gesta de reunir sus grandes obras conocidas, «El
Descendimiento», «El Calvario» y el «Tríptico de Miraflores», así como el
«Tríptico de los Siete Sacramentos», es un acontecimiento inolvidable. Parece
que costó trabajo convencer a la Gemäldegalerie de Berlín de que prestara el
tríptico pintado por Van der Weyden para España. Lo regaló Juan II de Castilla
a la Cartuja de Miraflores en 1445 y allí o en la catedral de Burgos debería
seguir si en 1809 no hubiera caído en manos de un general francés, Jean
Darmagnac, que se lo llevó. En la traducción inglesa del texto explicativo de
esta joya en la exposición madrileña pone textualmente: «In 1809 it was
adquired by the General…». Nosotros, como siempre, tan piadosos con las
tropelías ajenas. Todo indica que el general napoleónico «adquirió el tríptico»
como Göring o Himmler «adquirieron» sus maravillosas pinacotecas por toda la
Europa ocupada. Lo cierto es que el «Tríptico de Miraflores» apareció veinte
años después de Waterloo. Fue en Londres en una subasta en Christie’s, y acabó
en 1850 en la colección real prusiana en Berlín.
Pero ayer no solo disfruté de la soberbia exposición de Van
der Weyden. La suerte quiso que encontrara al director del museo, Miguel
Zugaza, con Ignacio de Medina, el duque de Segorbe, que acababan de inaugurar
una muy especial exposición de una sola pieza. ¡Y qué pieza! Nada menos que el
«San Juanito de Úbeda», como se conocía a la única escultura de Miguel Ángel
que había en España. Y que dejó de haber cuando un grupo de milicianos del
Frente Popular la rompió y quemó sus trozos junto al altar de Berruguete de la
Capilla de San Salvador en Úbeda. Después de aquella barbaridad se pudieron
recuperar 16 fragmentos de aquella finísima talla helenística del autor de la
Pietá del Vaticano. Que venía a ser un 40% del total de la escultura. Gracias a
las últimas técnicas se ha logrado una reconstrucción general encargada por la
Fundación de la Casa Ducal de Medinaceli al «Opificio delle Pietre Dure» de
Florencia, una especie de taller de genios de la reconstrucción y preservación
del patrimonio escultórico italiano y europeo. Ahí tienen por tanto una fiesta
de la belleza, de la armonía y emoción serena de Van der Weyden en el Prado,
que hace casi olvidar hoy aquella «adquisición» del general napoleónico del
Tríptico, solo un robo más de un inmenso saqueo y daño sin medida al patrimonio
cultural español en aquellos años de invasión. Y ahí está el San Juanito creado
en 1495 por Miguel Ángel entre pincelada y pincelada a la Capilla Sixtina,
destrozado y quemado por el odio español en 1936. Ha vuelto. Con magulladuras,
eso sí, como tanto superviviente de la historia española del siglo XX, pero de
regreso en España. Pues el mismo día, ayer, unos políticos catalanes, con
cargos institucionales, anunciaron que el año próximo proclamarán el fin de
España. Ni más ni menos. San Juanito y el «Tríptico de Miraflores», milagros de
lo mejor del ser humano que han sufrido por lo peor del mismo, vuelven a ser
testigos de la mezquindad y el encanallamiento imperecederos. Unos mequetrefes
quieren robar una parte de España como el general Darmagnac se llevó el
Tríptico y quieren que vuelva a arder la piedra como la cabeza del San Juanito
de Miguel Ángel. Pero como en España hoy no sufrimos ni invasión extranjera ni
guerra civil y tenemos un Estado de Derecho, sabemos que quienes intenten
tamaño crimen y encima lo proclaman serán detenidos y enjuiciados cuanto antes.
¿No es cierto?
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